Hace unos días estuve en las semis del Bilbao Bizkaia Master Tenis.

Disfruté como un enano viendo el partido entre Robredo y Ferrero. La paliza de Verdasco a Almagro ya la he olvidado, pues fue un partido verdaderamente prescindible.

Pero el esfuerzo titánico de el catalán de Hostalric y el valenciano de Ontinent, vista en directo, a muy pocos metros de distancia, fue realmente apasionante. Además de con el tenis de altisimo nivel visto a pocos metros, con todo lo que eso supone en términos de percepción, me quedo con la profesionalidad y hambre de victoria de los jugadores (que se comportaron como en un torneo de la ATP y no como en una pachanga de fin de temporada) y con un Juan Carlos Ferrero que sigue siendo un maestro y que por lo visto en Bilbao en diciembre puede volver a lo más alto de la élite.

Sería bonito que el torneo se consolidase en Bilbao. Sería bonito que tuviera que mudarse al BEC (aunque el evento pierda intimidad). Sería bonito que se autofinanciara casi sin necesidad de patrocinio público.