Acabo de terminar de leer EL ARTE DE LA MENTIRA POLITICAun delicioso librito publicado por laeditorial sequitur en el que se recogen en edición bilingüe dos ensayos de los coetáneos (principios del siglo XVIII), tories, intelectuales y muy amigos John Arbuthnot (segundo dibujo) y Jonathan Swift (primer dibujo).

Para centrarnos, estamos en los albores del parlamentarismo, la partitocracia y la democracia británicas. En buena medida, los albores de todo eso en todo Occidente. Pues bien en esos momentos, un verdadero peleolítico de la mentira política industrializada, ya había gente que disertaba sobre esto con humor, ironía, juicio crítico y con cierta visión de a donde se puede llegar si se hace un ejercicio científico y sistemático del "noble arte de mentir". Con un cinismo realmente notable estos dos autores entienden que se debe mentir científicamente (verosimilitud sin exagerar, sistematicidad, intencionalidad definida de antemano, producción en serie, control de calidad, solo refutables a muy largo plazo, dificilmente verificables, infundir miedo de vez en cuando sin abusar este recurso devaluándolo, etc) y siempre "a mayor gloria del pueblo" a quien "evidentemente" no se le puede decir la verdad.

A pesar de todo lo que ha pasado en los siglos XVIII a XXI (radio, prensa, televisión, internet, publicidad, uso masivo de los media para la política, etc) uno tiene la sensación de que hoy en día se sigue tratando a la ciudadanía como a rudos e inclutos marineros del suburbio porturario londinense de Wapping del año 1710.Ya sé que han cambiado muchas cosas, ya sé que el nivel cultural es hoy mucho mayor, ya se que el acceso al conocimiento y a la información no es comparable al de hace cuatro siglos ... pero yo he visto una extraordinaria validez de las burlas, pullas y chanzas de este libro de principios del XVIII en la vida de este siglo XXI que ya ha comenzado a andar. Acabo con una de las mejores citas del libro, de la pluma de Swift "Considerando la natural propensión del hombre a mentir y de las muchedumbres a creer, confieso no saber cómo lidiar con esa máxima tan mentada que asegura que la verdad acaba imponiéndose".

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