De entre las lecturas de verano que más he disfrutado me gustaría reseñar el libro de los arqueólogos, antropólogos y paleontólogos EUDALD CARBONELL (primera fotografía) y ROBERT SALA (segunda fotografía) titulado "AUN NO SOMOS HUMANOS: PROPUESTAS PARA LA HUMANIZACION DEL TERCER MILENIO".
La tesis fundamental del libro es que después de la selección natural (el proceso primero descrito por Charles Darwin) y de millones de años de selección técnica (proceso iniciado hace unos 2.5 millones de años cuando los homínidos empezamos a construir instrumentos para facilitarse la vida - piedra monofaz o modo 1- y con ello empezamos a alterar la selección natural) ha llegado el momento de usar al máximo las potencialidades de la tecnología para mejorar la vida de todos los humanos. De hecho, consideran que si la técnica, la inteligencia operativa y la tecnología rigen racionalmente nuestras vidas, debemos ser capaces de superar nuestra naturaleza animal (territorialidad, jerarquia y propiedad -para ello algo que hemos heradado de los pans-) y empezar a ser verdaderamente humanos (atender las necesidades -al menos las materiales- de todos los individuos de la especie humana de una manera solvente). Para ellos la palanca de cambio es la socialización universal de la tecnología y la ciencia. No es que la educación nos vaya a hacer libres (que también), sino que la socialización técnica nos permitirá dejar de ser animales para ser hombres.
A mi el libro me ha resultado interesante pues explica como los arqueólogos, paleontólogos y antropólogos (al menos estos dos en concreto) conciben los diferentes cambios evolutivos físicos y las revoluciones tecnologicas (piedra, caza, fuego, vestido y calzado, pesca, cerámica, metal ... combustibles fósiles, energía nuclear, energías renovables, ingeniería genética, informática, nanotecnología ...) en la historia hoy conocida del género homo. El libro es de divulgación científica y en eso creo que cumple con creces.
Me parece más discutible el horizonte utópico que describen: la tecnología nos hará justos, pacíficos, ecuánimes y racionales a todos los seres humanos. Y aún más la barra libre de futurismo, entiendo que carente de base científica (eliminación del diamorfismo entre hombres y mujeres, gestaciones de bebes extracorpóreas, colonias humanas extraterrestres, agricultura terrícola solo alterada genéticamente, individuos humanos solo alterados genéticamente, etc).
Sea como fuere, me parece sugerente el debate lanzado por estas ramas de la ciencia: la selección técnica (especialmente a través de la genética) puede estar a punto de alterar de forma severa la selección natural y la propia filiación genética del género homo (pasaremos a ser otra cosa), quizás de una forma que nos lleven a mayores cotas de bienestar y felicidad integral, conjunta y universal.
Zascandileando por la red me he encontrado unos comentarios publicados en la Revista Diálegs en el 2003 sobre este libro del 2001 del matemático, filósofo, sociólogo, poeta, traductor y activista político, sindical y ecologista Jorge Reichmann (tercera foto).
Reichmann no comparte la euforia emancipadora de Carbonell y Sala, pues considera que estos dos profesores, no es que quieran dejar de ser primates para ser humanos, sino que no les gusta ser humanos y quieren ser la versión actual de lo divino humanizado: el tecnoser.
Lejos de mi, humilde amateur residente en el extraradio jurídico del actual universo intelectual humano, la intención de terciar en esta polémica. Pero no me resisto a destacar los dos aromas que me dejan las ideas de estos tres profesores. Carbonell y Sala son dos personas de izquierdas que piensan que, dado nuestro actual nivel tecnológico, hoy se puede cubrir las necesidades básicas de los casi 7.000 millones de habitantes del planeta y que, si no lo hacemos, no merecemos el nombre de humanos. Por su parte, Reichmann es otra persona de izquierdas que considera que los seres humanos somos criaturas de frontera (ni animales, aunque si, ni seres racionales, aunque también) y que el planeta, el sistema capitalista y nuestra forma de vida viola los límites de lo físicamente tolerable por la madre tierra y de los moralmente predicable para la humanidad. Me parece que los tres buscan lo mismo. Lo podríamos llamar emancipación humana. Los dos primeros piensan que esta llegará a través de la tecnología y sus socialización. El tercero entiende que en los procesos sociales, políticos, económicos y culturales solo se pueden intervenir a través de medios sociales, políticos, económicos y culturales. A uno le gustaría pensar que Carbonell y Sala están en lo cierto. Pero mucho me temo que la realidad va bastante más por la senda que marca Reichmann. Puedo estar totalmente equivocado, pero así lo veo. No queriendo terciar en la polémica, acabo opinando ...
Por cierto, casi a la vez que leía este libro, he leído DE LA CUNA A LA CUNA de William McDonough y Michael Braungart (arquitecto y químico respectivamente y ecologistas que proponen un diseño industrial en el que no haya desechos, sino "comida" físico-química o tecnológica para el medio natural o la propia industria respectivamente). El contraste entre ambos libros ha sido más que notable. Pero eso espero será objeto de otro post ...