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sumisión

  • LA REBELION de Joseph Roth

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    Acabo de leer LA REBELION del autor austriaco Joseph Roht

     

    De esta obra dice du editorial española (Acantilado):

     

    Andreas Pum, ex combatiente de guerra a quien el gobierno ha otorgado una condecoración y una licencia para tocar el organillo, recorre con su instrumento las calles de Viena. A pesar de su mala fortuna y su invalidez, está convencido de que el mundo se encuentra regido por un orden moral. Sin embargo, un pequeño incidente en el tranvía lo llevará a la cárcel, lo que hará que su visión del mundo se vea inevitablemente trastocada. Encerrado, entre alucinaciones y pesadillas, Andreas acabará renegando de sus creencias religiosas y se convertirá en un rebelde incómodo para una sociedad en la que creyó encontrar cobijo, y de la que le será revelado el horror, la corrupción y la crueldad. Publicada originalmente en 1924, La rebelión hurga en los oscuros mecanismos de la burocracia estatal y en las complejas relaciones entre los seres humanos

    Y todo lo que dice su editorial es cierto. Pero hay más. Para mí, jurista y aficionado a la literatura, esta obra ha representado, como pocas en mi vida, las miserias humanas de la conjunción del iuspositivismo formalista (Hans Kelsen –la razón jurídica desnuda de valores, principios, derechos y libertades-), la burocracia funcionalista (Max Weber) –legitimación burocrático-funcional del poder-) y la desvalorización teleológica y epistemológica de las ciencias sociales (Karl Schmitt) –el derecho de autor, la teoría del enemigo, la primacía de la razón de estado, la excepcionalidad y la acción como derecho, etc). Andreas Pum, con su ilimitada candidez, bondad, partisanismo irreflexivo y humanidad, es un retrato individual de lo que a nivel colectivo hace muchas más veces de lo recomendable la ciudadanía: confiar acríticamente en el orden establecido, tratando de sacar lo máximo del mismo, por poco que sea.

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    Había oído hablar bien de Roth (representado en el sello anterior), sobre todo de La leyenda del santo bebedor. También tengo por vía familiar las mejores referencias de Musil y Broch sus dos compatriotas contemporáneos. Y finalmente quien me ha regalado este libro (el abogado Jose Angel Esnaola) apuntaban a lo mejor. Sin embargo, este libro ha superado mis ya de por si altas expectativas.

    Con una mezcla de ingenuidad afectiva y contundencia discursiva la obra pone de relieve el desprecio por la individualidad, el amor al orden (por muy desordenado y disfuncional que este sea), la ceguera de las instituciones estatales y los monstruos que engendra, a veces, la razón humana. Roth no conocía en 1924, cuando escribió la obra, los monstruos que derecho, política, sociología, economía y periodismo (o propaganda, como se quiera ver) iban a producir en los años inmediatamente posteriores en forma de nazismo, franquismo, fascismo, estalinismo, macarthismo, etc. La persecución penal, frontal o velada, de la disidencia, la diferencia, el matiz o la debilidad iniciada en la etapa final del imperio austrohúngaro lleó luego a mayores cotas de “perfección”. Pero la semilla se puso, con claridad a finales del siglo XIX y principios del XX. Roth tiene la sensibilidad suficiente como para hacernos ver el brutal utilitarismo con que el que el sistema social ve a cada uno de los individuos (a menos que estos tengan peso específico por la razón que sea) y la facilidad con la que se nos pueden pedir adhesiones inquebrantables preñadas de todo tipo de promesas no cumplidas que en segundos pueden convertirse la acusación de traición y condena oprobiosa y absoluta.

    La prosa de Roth es de una concisión y densidad extraordinaria, por lo que los matices, nuevos discursos y polisemias son la norma. Una fuente de sensibilidad, decencia humana y clarividencia de la que, sospecho, se puede beber durante años, a través de nuevas lecturas y relecturas de esta novela. No deja buen cuerpo (al fin y al cabo, la obra habla de la incorregible propensión humana al orden injusto), pero es de una honestidad intelectual y belleza formal por la que merece la pena pasar (a través de la lectura) por lo menos una vez en la vida.

     

     

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