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CASA MUSEO SOROLLA

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medium_sorolla.jpg El domingo pasado estuve visitando la Casa Museo de Sorolla. Ya os he comentado varias veces que yo no soy un gran aficionado a la pintura. Entiendo poco, aunque si creo que cuando me expongo a ella, a la buena, y a veces a la no tan buena, me toca. Sea como fuere, el pasado fin de semana me acerqué a este delicioso rincon de Madrid y comprobé varias cosas.

En primer lugar comprobé que Sorolla tuve éxito en vida, pues en caso contrario es muy dificil que pudiera mantener el ritmo de vida y la villa que tuvo en la parte noble de Madrid. En segundo lugar, comprobé que tenía un gusto exquisito para la decoración y que se construyó un entorno vital, lejos de su playas valencianas natales, nada desdeñable. Tambien comprobé que fue algo así como el primer pintor preautonómico, pues el Gobierno le encargó una serie de pinturas sobre las regiones españolas para una exposición en Paris y durante meses estuvo pateando la España de principios del siglo pasado y pintando todos sus matices. Y finalmente comprobé que, por encima de todo, era un pintor de la luz y siempre que podía de las playas. A mi, que como ya he dicho no sé nada de pintura, me gusto mucho su tratamiento pictórico de la luz y los reflejos que el agua marina produce en la piel humana.

Desgraciadamente los lienzos más grandes y de mayor fama estaban el pasado fin de semana en el Museo Thyssen-Bornemisza en una exposición temporal paralela de John Singer Sargent y Joaquin Sorolla. Pero no me dio pena perdérmelos. Creo que albergo la intención implícita de volver a la casa que fue de Sorolla a disfrutar de su pintura, de su jardín y de su entorno vital.

Además coronamos la visita, mi acompañante y yo, con un curce dialéctico sobre la trascendencia de la obra del valenciano. Segun parece la mujer de Sorolla, Clotilde Garcia, hizo todo lo que pudo por que su marido ganara mucho dinero y nada por que arriesgara artísticamente. según mi acompañante a la exposición esto hizo que Sorolla fuese un pintor extraordinario, pero no un revolucionario de la pintura. Yo viendo el estilo de vida que llevó, la verdad no sé que habría sido mejor para él si revolucionar la pintura o vivir como el vivió.

En cualquier caso, os recomiendo la visita.

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Comentarios

  • No hay incompatibilidad; no hace falta morir de sífilis en Tahití o pegarse un tiro en una fiesta para ser un transformador del arte del siglo venidero. Picasso es sin duda el paradigma: vivió, digamos "cómodamente" -sobre todo tras la segunda guerra mundial-, y no creo que haya artista de su siglo más arrollador e influyente en el arte de las generaciones futuras.

    La diferencia está en sentir la necesidad de arriesgar y hacer lo que uno NO sabe -base de todo avance-, o bien en continuar en la cómoda (y respetable) postura del mimado y virtuoso privilegiado. Probablemente es una cuestión personal de forma de entender el mundo que nos rodea.

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