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HACE CUATRO AÑOS, EN FEBRERO DE 2009...

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Arranca la campaña electoral (oficial) y no me puede resistir a reproducir el siguiente texto de POLITICA FICCION redactado por mi compañero Fernando Martinez Hinojal en su blog Arkimia.

No tiene desperdicio. Nada voy a añadir. Basta con leerlo para que a uno se le enciendan algunas luces.

"Hace cuatro años, en febrero de 2009, nadie se imaginaba que sucedería lo que sucedió en las elecciones de marzo de aquel año. Nadie suponía que íbamos a experimentar tal revolución política, nadie preveía que se fuera a dar el vuelco electoral que se produjo. Todo el mundo pensaba que ganaría las elecciones alguno de los dos candidatos que a priori se consideraban “favoritos” (Ibarretxe o López). Pero no: contra pronóstico, la ciudadanía vasca cambió de opinión y desmintió las previsiones de las encuestas. Ezker Batua – Berdeak ganó las elecciones, fue el partido más votado y formó gobierno, encabezado por Javier Madrazo como Lehendakari, quien pactó un gobierno de izquierda transformadora con Aralar, el segundo partido más votado, también de manera sorpresiva. No es cuestión ahora de recordar por qué se produjo ese vuelco, esa revolución. Pero entonces aprendimos tod@s que el voto es libre, libérrimo, y que por muchas encuestas y sondeos y previsiones que hagamos, lo verdaderamente importante es que la gente vota lo que quiere, no lo que le dicen los medios controlados por el statu quo que tiene que votar. Y eso pasó hace cuatro años, en febrero de 2009."

"Lo que toca ahora es hacer balance de estos últimos cuatro años de revolución pacífica, de cambio radical en la sociedad vasca. El lehendakari Madrazo y su gobierno rojo y verde dieron la vuelta al país, lo han convertido en una referencia de vanguardia social y de derechos ciudadanos, referencial en toda Europa. Nuestro pequeño país enderezó su rumbo, imbuído como el resto de comunidades occidentales en la crisis que estuvo a punto de paralizar nuestra sociedad, gracias a un golpe de timón que debemos no a Madrazo y su gobierno, sino, más allá, y radicalmente, a la mayoría de ciudadan@s que optaron libre y democráticamente por un cambio estructural, una sustitución de modelo, de paradigma. Hace cuatro años, en 2009, dijimos mayoritariamente que no queríamos seguir por la senda de primar los beneficios a los bancos y multinacionales, dijimos que la crisis la paguen ellos, que tocaba proteger a l@s más desfavorecid@s, que el mismo sistema capitalista que nos había llevado a la crisis no podría ser nuestro salvador, que el lobo cuida mal a las ovejas. Y ese gobierno, recibiendo el mensaje radical y de cambio, de revolución social, tomó el timón y enderezó el rumbo hacia una sociedad más justa, más solidaria, donde los derechos ciudadanos fueron cada vez más realidades y menos utopías.

No se ha conseguido todo lo que desearíamos, pero sí la mayor parte de los objetivos que se marcaron ahora hace cuatro años, muchos de ellos impensables entonces. No voy a hacer un recuento exhaustivo, pero recordaré tres de los logros esenciales que se produjeron a raíz del cambio de gobierno allá por marzo de 2009.

La economía, maltrecha por la crisis del capitalismo mundial, en Euskadi también fue dura, aunque sus efectos fueron menos drásticos y negativos gracias al cambio de chip que impulsó y lideró el Gobierno Vasco y acompañó el resto de instituciones: la amenaza de bancarrota, vía imaginación y creatividad, se convirtió en oportunidad. Los nuevos sectores económicos que fomentó e impulsó el gobierno -la atención a la dependencia, las energías renovables, el tratamiento sostenible de residuos, la investigación e innovación en nuevos materiales y sistemas, el cambio de paradigma en las infraestructuras de transporte, la revolución en el “ladrillo”, que pasó de la concepción invasiva de los nuevos desarrollos consumidores de suelo y recursos hacia la regeneración y rehabilitación energética del parque existente, la revitalización de los barrios,… todos estos programas del gobierno tuvieron muy buena acogida por parte de los sectores sociales involucrados (trabajador@s, empleador@s, sindicatos, cajas de ahorros, ayuntamientos, diputaciones,…) y consiguieron que mientras el paro y la inactividad golpeaba Europa y especialmente el centro y sur de España, con índices de paro superiores al 20% y más de 5 millones de parados en el conjunto del Estado Español, en la Comunidad Autónoma Vasca el pico de desempleo se produjo a finales de 2009, y no pasó del 10%, remontando y creando empleo de calidad a partir de 2010, y empleos socialmente útiles, medioambientalmente sostenibles, empleo productivo, no especulativo. La creación de un Banco Público Vasco fue una de las herramientas de transformación más valiosas para cambiar el foco, para dirigir la economía hacia los intereses generales de la población. Se produjo el retorno a la economía real, a la economía de l@s ciudadan@s, la vuelta a la producción eficiente de servicios y productos necesarios y sostenibles, dejando a un lado los modelos de economía especulativa e irreal de la banca, la bolsa y las grandes corporaciones.

El segundo cambio, en parte consecuencia del primero, se produjo en el ámbito de los derechos ciudadanos. La reactivación de la economía real, social y productiva, innovadora y vanguardista, y al servicio de la población –no de los poderes fácticos- se tradujo en una serie de avances sociales que hace cuatro años pensábamos que eran bellas utopías inalcanzables. Como ejemplo, la vivienda es ya un derecho subjetivo, reclamable como el resto de los derechos de ciudadanía. No se sortean más viviendas, porque hemos conseguido en estos cuatro años poner a disposición de la gente suficiente vivienda digna a precio asequible –fundamentalmente en alquiler social, pero también en otras modalidades de tenencia innovadoras, como los alojamientos dotacionales en alquiler, o las cooperativas en alquiler- y el acceso a esas viviendas se produce de manera natural, normal, como el acceso a cualquier servicio social básico. Cuando el parque de vivienda en alquiler era insignificante (hasta 2001) o importante pero claramente insuficiente para cubrir toda la demanda (hasta 2009) se sorteaban esas viviendas. Ahora no. Ahora, gracias a la inversión pública de todas las instituciones –sobre todo del Gobierno, pero también de los Ayuntamientos, del Banco Público Vasco y el apoyo de la Kutxa vasca, recién fusionada, que también financia esta inversión, de las Diputaciones Forales que favorecen con un tratamiento fiscal óptimo la vivienda social en alquiler, y de algunas entidades privadas que han entendido que la economía debe estar al servicio de las personas, y no viceversa- el uso de las viviendas se adjudica mediante una lista de espera que requiere entre 3 y 6 meses para que Etxebide te entregue una vivienda en alquiler –de parque propio o concertado- en tu comarca. De la misma manera, la sanidad pública, la educación pública y la asistencia pública a la dependencia han sufrido un cambio radical, dejando de ser subsidiarias y pasando a ocupar la centralidad del país, constituyéndose en los otros tres pilares de lo que en Euskadi entendemos por “estado del bienestar”. Ya no tenemos nada que envidiar a los países del centro y norte de Europa, y competimos por ser líderes en este capítulo social a nivel mundial: ahora ya no estamos “a la cola de Europa”, sino que nuestr@s ciudadan@s disfrutan del paquete de derechos sociales garantizados públicos más avanzados del continente.

El tercer cambio ha sido especialmente valioso para afrontar con garantía el futuro de Euskadi como nación emancipada: la consecución de un gran pacto, impulsado precisamente por Ezker Batua-Berdeak, que está en la posición ideal para hacerlo, por su no alineamiento en ninguno de los dos “frentes nacionales” (el vasquista y el españolista) que hasta 2009 no fueron capaces de acordar unos principios mínimos y democráticos de pacto. Que el lehendakari vasco, Javier Madrazo, no fuese ni nacionalista vasco (como Ibarretxe) ni nacionalista español (como López o Basagoiti), sino federalista, permitió buscar la transversalidad de un acuerdo de mínimos que incluyó el ejercicio democrático del derecho a la autodeterminación del pueblo vasco. Al ser este acuerdo de mínimos aceptado por el 90% de los representantes políticos de la ciudadanía –únicamente se autoexcluyeron  de este gran acuerdo los ultranacionalistas vascos y españoles- el Parlamento Español no tuvo más remedio que aceptar que lo que se reclama y es bueno para Kosovo o Palestina es también reclamable y bueno para Euskadi."

 

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