El pasado jueves Manuel Marín, actual presidente del Congreso de los Diputados, anunció que deja la política. Sus palabras de despedida sugieren cansancio, soledad y una cierta decepción.
Yo creo que los engranajes de la partitocracia (capacidad de los partidos políticos para gobernar el estado por encima de las instituciones) han triturado a Marin. Y eso es malo.
Presidente del Congreso y Senado, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo, Tribunal Constitucional, CGPJ, CNMV, etc deben ser capaces de realizar sus funciones, incluso cuando a los partidos esto les cause incomodidad.
Ni he nacido ayer ni soy tan inocente como para no ver la realidad. Pero da pena que alguién se vaya simplemente por haber antepuesto su magistratura estatal a su condición de militante de un partido.
Os dejo una de las más sonadas intervenciones de Marin como presidente del Congreso, aunque las que le han impulsado a dejar la política han sido otras (las broncas con los diputados del PSOE).
PD: para los suspicaces, diré que conozco a Manuel Marín (trabaje unos años en el Congreso), incluso me ha dado un par de clases y le considero un caballero extraordinariamente preparado, pero también extraordinariamente prendado de si mismo. Pero lo cortes, no quita lo valiente. Sobre su retirada, opino lo que opino.
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