El pasado jueves Manuel Marín, actual presidente del Congreso de los Diputados, anunció que deja la política. Sus palabras de despedida sugieren cansancio, soledad y una cierta decepción.
Yo creo que los engranajes de la partitocracia (capacidad de los partidos políticos para gobernar el estado por encima de las instituciones) han triturado a Marin. Y eso es malo.
Presidente del Congreso y Senado, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo, Tribunal Constitucional, CGPJ, CNMV, etc deben ser capaces de realizar sus funciones, incluso cuando a los partidos esto les cause incomodidad.
Ni he nacido ayer ni soy tan inocente como para no ver la realidad. Pero da pena que alguién se vaya simplemente por haber antepuesto su magistratura estatal a su condición de militante de un partido.
Os dejo una de las más sonadas intervenciones de Marin como presidente del Congreso, aunque las que le han impulsado a dejar la política han sido otras (las broncas con los diputados del PSOE).
PD: para los suspicaces, diré que conozco a Manuel Marín (trabaje unos años en el Congreso), incluso me ha dado un par de clases y le considero un caballero extraordinariamente preparado, pero también extraordinariamente prendado de si mismo. Pero lo cortes, no quita lo valiente. Sobre su retirada, opino lo que opino.
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Comentarios
Sin conocer personalmente al individuo, yo también había sacado la idea de que se quiere bastante a sí mismo.
No sé; ese engolamiento de la voz, la escucha atenta de sí mismo, me ha dado mal rollo desde siempre. Así que tampoco me preocupa demasiado que sus colegas de partido se lo hayan "cepillado". Eso sí, que tenga la pretensión de ser el Al Gore hispano me encaja más con su pretenciosidad que con la realidad de su militancia y actividad política.
En fin: que yo no le voy a echar de menos, quiero decir.
supongo fernando que no le vas a echar de menos, pero yo de lo que hablaba es que cualquier persona que ejerce una magistratura institucional de las, vamos a llamarlas, calientes y se cree las obligaciones de su cargo, su partido se lo cepilla. Y eso es malo para la calidad de nuestra democracia. Trascendiendo el caso del Sr. Marin (narciso donde los haya), estamos ante un problema grave. Al menos, así lo veo yo, desde mi modesta posición de blogger hospitalizado e hiperactivo.
Lo de la "magistratura institucional" me suena demasiado grandilocuente, Javi. Yo es que soy bastante de pueblo.
A este señor, por muy importante que sea su cargo, lo ha promocionado su partido, y claro, aunque no nos guste, creerse por encima de quien te ha proporcionado el acceso al cargo es algo que al "aparato" no debe sentarle nada bien.
La partitocracia no es buena, no. Pero hay cosas peores, ¿eh?, como la supuesta democracia personalista yankee, donde sólo cuenta la pasta que el candidato o sus lobbies es capaz de poner para promocionarlo.
fernando, su partido (formalmente el Congreso) le puso allí para que dirigiera el Congreso de la forma más aséptica posible. El se lo creyó. Ha echado algunas broncas a diputados del PSOE y no ha obedecido a instrucciones (es decir, ha hecho aquello que le pidieron, lo que exige el cargo) y se lo han cepillado.
Los dos extremos no son o partitocracia o corporate politics, pues en medio está la democracia en la que algunas instituciones juegan como contrapesos.
De eso estoy hablando yo. De que a los contrapesos, si ejercen como tales, los partidos se los pulen. Y eso es malo para la calidad de nuestra democracia.
Vamos, así lo veo yo.
¿Estás seguro de que su partido le puso ahí para que dirigiera el Congreso "de la forma más aséptica posible"?
Yo no lo creo.
Puede que eso es lo que dijeron, lo que le dijeron a Marín. Y puede que él -no creo tampoco- se lo creyera.
Pero, sinceramente, no creo que ningún partido nombre a uno de sus afiliados para un cargo con el objeto de ser imparcial, como tampoco creo en los reyes magos, ni que los niños vengan de París.
Y nunca he visto a Marín como un "contrapeso". Simplemente, creo que siempre ha tenido el "pavo" suficientemente subido, un exceso de autoestima suficientemente alto, como para olvidarse de que no está como presidente del Congreso por ser el más guapo, más listo o más locuaz varón hispano, sino por nombramiento de su partido, de su grupo parlamentario y su gobierno.
O sea, que no lo veo como víctima, a no ser que se pueda hablar de "auto-víctima", resultado consecuente y natural de su actitud.
Y que cosas más tristes y más destructivas para nuestra supuesta democracia he visto.
Pero es evidente que no conozco como tú los entresijos del Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Puede que me equivoque en mi opinión, pero me parece que lo del "paso a la ecología" (¿...?) de Marín no es ninguna grave pérdida de la que nos tengamos que lamentar.
No hablo de Marín, que me cae peor que a tí, pues le conozco. Hablo de la dificultad para que las instituciones sirvan para lo que deben servir. Solo para eso. Mira lo que está pasando en el TC o en el CGPJ. A ese tipo de cosas me refiero. Todas las instituciones del estado son políticas, pero no todas tienen que estar partidizadas. Pero bueno, veo que a ti esto te parece inevitable y no tan malo. Yo no soy de esa opinión.
Que no, que debe ser que me explico fatal.
A mí me parece mal que se "partidicen" las instituciones, si es que oponemos el partidismo a la coherencia personal. No tendría por qué ser así, pero es cierto que puede haber (en algunos casos evidentes) contradicciones entre la disciplina de partido, el proyecto colectivo, y la coherencia y lealtad con los principios personales.
Pero lo que no me da ninguna lástima es que Marín se vaya.
Hola chicos, perdón por interrumpir, sólo una pregunta: ¿debe ser político ese puesto? ¿Qué tal si se considerase un puesto administrativo? Es que me parece que vuestro debate podría enganchar bastante bien con el del artículo de Iñaki Ortiz sobre la relación entre política y administraciones públicas:
http://eadminblog.net/post/2007/11/16/entre-la-administracion-y-la-politica
Personalmente, admito que de los políticos españoles, Marín es de los que más me gusta.
fernando y M@k, soy yo el que se explica fatal.
Hay instituciones que, en democracia, deben ser políticas y partidistas, por ejemplo la presidencia del Gobierno. Está en su esencia ser políticas y partidistas (en nuestro ejemplo, la ciudadanía elige un proyecto político y unas personas para liderar el ejecutivo durante cuatro años).
Pero hay otras instituciones públicas que por su propia naturaleza deben ser políticas (siempre lo son cuando hay elección directa o indirecta por la ciudadanía), pero no partidistas. Si el Defensor del Pueblo, el Presendente del Tribunal de Cuentas, los magistrados del TC, los miembros del CGPJ o el Presidente del Congreso se comportan como hooligans partidistas, todos deduciremos que esas instituciones no van a jugar el papel que les corresponde. De eso tenemos mucho en España y eso afecta (para mal) a la calidad de nuestra democracia. Y mi tesis es que a quien se toma en serio su función institucional, política, pero apartidista, los partidos se lo pulen. Y eso es malo para nuestra democracia.
Pero M@k, peor aún sería que las funciones políticas e institucionales se ostentarán por funcionarios no electos. Estaríamos ante una verdadera involución democrática y estaríamos dejando que los burócratas se convirtieran en tecnócratas (con todos los efectos que ya nos dijeron Weber o Garcia Pelayo que eso podía tener; entre otros, ralentización de los cambios, mayor poder de los grupos de presión, atrincheramiento de las posiciones conservadoras, etc).
Espero haber sido más claro ahora. Aunque quizás lo haya liado aún más.
Ya que Mak me ha metido en esto ;-), me toca terciar en el tema. Creo que no hay que "partidizar" (me parece bien el término, para distinguirlo de politizar) más de lo necesario la Administración pública, pero el Congreso de los Diputados es una Institución eminentemente política, en la que todos sus miembros son elegidos directamente por los ciudadanos. No se me ocurre que el Presidente del Congreso pueda ser un funcionario. Tampoco creo que tenga que ser escrupulosamente imparcial. ¡Con tal de que no sea un hooligan!
No estoy seguro de que haya una sola institución política que no sea colonizable por los partidos. No me refiero a que haya tecnócratas no elegidos por encima de los cargos electos, sino que imagino algo así como la "impartición de democracia" en analogía a la impartición de justicia. Si el presidente de un parlamento ha de manejar al modo de un moderador a "sus señorías", mejor que sea alguien a quien tengan que hacer caso de veras (no como ahora), alguien que tenga un papel y al que los partidos no puedan influir: por ejemplo, por muy electo que sea un político, cuando conduce tiene que hacer caso a los guardias de tráfico, ¿no?
Para mí es claro que hay un bucle de realimentación entre la política y las administraciones, quizás si el marco donde se mueven los políticos para debatir se viese como algo tan serio como Hacienda (por ponernos dramáticos), y no como un patio de colegio, que es la impresión que dan, por los gritos, pataleos y piperras, las cosas podrían mejorar...
Reconozco que no me explico muy bien, pero confio en vuestro intelecto para que me entendais ;-)