La semana pasada vi Ojos Negros de Nikita Mikhalkov. A mi es un director que me gusta, aunque resulta extremadamente dificil ver sus películas, pues la distribución es más bien escasa. Sea como fuere, su estilo lírico y vitalista y su forma visualmente bellísima de hacer cine, las más de las veces con cierto toques épicos e históricos, me gusta mucho.
Ojos negros narra la historia de un arquitecto sin fortuna que a principios del XX se casa con la hija de un banquero romano a la que no quiere y que se enamora de una mujer rusa a la que ama pero con la que decide no compartir su vida (no se atrave a seguir a su corazón y perder su estatus). Hasta ahí una historia normalita. Pero hay que ver como la cuenta Mikhalkov. La belleza, la alegría, la vitalidad recorre cada milímetro de este metraje y, a la vez, aunque parezca imposible, hay una tristeza fria y cortante que recorre con amargura toda la película.
Pocas veces me he identificado menos con un personaje, Romano el arquitecto que nos e atreve a vivir según le dicta su corazón y que solo escucha a su bolsillo, y sin embargo me ha parecido vitalista, locuaz, gracioso, tierno e inteligente. Una sensación muy rara.
Tiene tambien cierta belleza narrativa que la conversación inicial de la que parte la película, recorrida después por innumerables flash backs, es capaz de contener y encerrar a todos los personajes de la narración de una manera ciertamente paradójica, aunque, al final, algo previsible.
La actuación de Marcello Mastroianni (el Romano de esta película), sin más, memorable. Era uno de los más grandes.
En cualquier caso, un peliculón. A must para un cinéfilo (yo solo soy un cinéfilo en proyecto, en construcción y que además ha estado algún tiempo en barbecho)
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