Al final de este verano estuve en Oviedo visitando a un amigo de mi mujer. Los dos son arquitectos. Los dos trabajan en urbanismo. Me llevaron a ver la "obra" de Calatrava en la ciudad. Aun me dura la indignación (de lego en arquitectura y urbanismo, indignación de simple ciudadano de a pié).
Las dos fotos aéreas que os aporto (gentilenza de cOntraband) dejan bien claro que a Calatrava las necesidades de la gente, la escala, la proporcionalidad, los diálogos entre las piezas del tejido urbano, el uso de los edificios, la relación coste-beneficio, las finanzas públicas y todas esas bagatelas se la traen al pairo. El lo que hace es vender a bellón marcianadas formalistas, cobrar y largarse con viento fresco antes de que los aeropuertos no funcionen (Loiu-Bizkaia), los puentes causen problemas (en Bilbao varias caderas se han roto a mayor gloria del arquitecto suizo-valenciano en el puente ZubiZuri) o los escenarios se caigan (como ha ocurrido en el Palacio de la Música de Valencia).
La sobrada que veis en las fotos anteriore es hoy un palacio de congresos (dedicado a una famosa periodista asturiana de nombre Leticia), un centro comercial de los del montón y unas oficinas públicas que parece que satisfacen a sus usuarios. La "huella" de Calatrava sobre Oviedo es evidente. Se van a arrepentir durante décadas. Si el OVNI no atrae turistas (que es de lo que va todo esto), su traca de arquitectura espectáculo la va a tener que sufrir la ciudadanía durante mucho tiempo. Os dejo como muestra un botón de "racional diálogo" entre la obra de Calatrava y el entorno en el que se ubica (cortesía de urbanity.es).
Dicho todo lo anterior, se comprende que Calatrava sonriera cuando presentó este proyecto en Oviedo hace ya unos años (primera foto de este post). Estaría pensando: "estos paletos me van a pagar una pasta por esta horterada, voy a fardar la leche en las revistas de arquitectura y encima los ovetenses están encantados". Aunque, claro está, de estas golfadas tienen mucha más culpa los políticos que contratan y los ciudadanos que pagan (vía impuestos) y toleran, que los arquitectos con rostro de hormigon armado pretensado.
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