La semana pasada Alex Corretja hizo público algo que ya se sabía: dejaba el tenis (por problemas de visión y también por la edad, la familia, lo millonario que se ha hecho, etc). A mi me da una especial pena que lo deje Alex por varias razones: me gustaba como jugaba, me gustaba su caballerosidad (dentro y fuera de la pista, prueba de la misma es la despedida que le ha dado el circuito profesional), me gustaba su garra y me gusta lo que su carrera supone como ejemplo para otras personas (talento, si, pero tambien mucho entreno, voluntad, lucha y entrega). Desgraciadamente tiene peor palmarés que otros compañeros suyos de generación (por ejemplo Carles Costa ganó Roland Garros con menos talento que Alex), pero para mi está por encima de gente tan indolente y mimada como Carlos Moya. No ganó Roland Garros, pero llego a dos finales (contra Guga Kuerten en 2001 y Moya en 1998). No fue número 1 del mundo, pero llego a ser numero 2. No gano ningún gran slam, pero gano el master de 1998. No ganó el US Open, pero tuvo a Sampras contra las cuerdas en un memorable partido de cuartos de final de 1996 que se recuerda con cariño, incluso por los norteamericanos de Flushing Meadows. Y, eso si, ganó la Davis en el año 2000. Para mi uno de los deportistas más honestos de los que ha dado la península ibérica. No se ha ido aclamado por la muchedumbre, pero creo que los aficionados al buen tenis tenemos que decirle lo único que se puede decir en estos casos: gracias Alex y buena suerte en lo que queda (aunque los más de 10 millones de dolares acumulados solo en premios, como atestigua su ficha de la ATP, seguro que ayudan a encauzar la vida).