El domingo pasado estuve en el pabellón que Mies Van Der Rohe diseñó para Alemania con motivo de la Exposición Universal que tuvo lugar en la ciudad condal en 1929.
Este es un espacio arquitectónico, según cuentan los expertos, clave en la historia de la arquitectura. Yo, que no soy experto, solo puedo decir que me pareció uno de los lugares más falsamente sencillos y ciertamente deliciosos en los que he estado nunca. Me explico. En teoría estamos ante un espacio muy sencillo: una explanada, con un par de láminas de agua en sus extremos y que en medio alberga un salón y un jardincillo. Todo ello con mucho vidrio y metal. Dicho así, parece la cosa más vulgar del mundo. Pero si uno está allí, puedo aseguraros que el lugar le transmite todo tipo de juegos de luz, espacio, funciones, visiones ... y sobre todo mucha paz.
Ya digo que no soy un experto, y seguro que mi amigo Fernando mh, lo expresa mucho mejor en su blog Arkimia, pero no quería dejar de deciros que merece la pena ir a este sitio y comprobar que un genio en 1929 fue capaz de diseñar un espacio de una sencillez apabullante, que transmite una paz sin límite y que tiene una perfección formal difícil de igualar.
Si he dicho alguna estupidez pido perdón a los expertos. Aunque lo que ellos no pueden quitarme es como me sentí yo allí. No lo dudéis: less is more.
(las fotos son del genio y mía en el pabellón del genio este fin de semana pasado)
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Comentarios
¿A que la visita a esos escasos doscientos metros de acero, vidrio y mármol, merece, ella sola, la visita a Barcelona?
Recuerdo pocos momentos en mi vida tan relajados, de tanta serenidad y equilibrio en la percepción espacial, como los ratos que he pasado sentado en la silla Barcelona, contemplando el fluir armónico de esos planos limpios y falsamente simples, como tú dices.
Una experiencia espacial, arquitectónica, al alcance de todos los espíritus inquietos en busca de la belleza y que recomiendo no perderse a ninguno.
Yo pude disfrutar de ese pequeño rincón de Barcelona hace 4 años y estoy de acuerdo con Fernando: solo por estar en ese lugar merece la pena ir a Barcelona. Claro, que ya que estás allí, sería imperdonable no visitar algunos de los edificios de Gaudí, o el Parc Guell, o el Paseo de Gracia, auténtico museo del modernismo.
Cierto, solo la visita al pabellón justifica el haber ido a Barcelona. Ahora que ya que va uno, pues al final ve otro millón de cosas con sumo placer. La citat condal es preciosa e interesantisima.