Hoy (en realidad ahora mismo, en el mismo minuto de la publicación de este post) se cumple el 33º aniversario de la revolución de los claveles de Portugal.

La portuguesa es una revolución a la que le tengo simpatía pues, sin un solo tiro y al son de Grandola de Zeca Afonso en Radio Renascença (esta era la señal convenida), un conjunto de militares jóvenes se levantó en armas para derrotar a una de las últimas dictaduras europeas occidentales.

Yo entonces tenía cinco años y solo tiempo después he podido comprender que significa echar a un carnicero como Salazar (en realidad a su régimen, pues el ya estaba fuera del poder desde 1968) sin un solo tiro, desde el propio ejército, con el apoyo popular, para abrir un país al socialismo y a la democracia.

Ya sé que luego quedó la democracia (no la minusvaloro) y el socialismo quedó eternamento postpuesto. Pero, a pesar de lo anterior, siempre que escucho Grandola o se acerca el 25 de abril lloró de emoción. No lo puedo evitar.

Felicidades vecinas y vecinos portugueses, hoy es vuestra fiesta nacional.

(la foto es del Coronel Salgueiro Maia)

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