En este momento está tramitándose en las Cortes la Ley de la Lectura, el libro y las bibliotecas.
Entiendo que este es un proyecto de ley necesario e interesante ante los asuntos culturales en sentido estricto, pero también políticos (leer es obtener herramientas para la inteligencia, el librepensamiento, la libertad, etc) y económicos (es evidente que el libro es una industria y en el caso de una de las lenguas españolas -el castellano-es además una industria de dimensiones internacionales) que se ventilan en esas tres palabras: lectura, libros y bibliotecas.
Sin embargo, una de las ideas que contiene la ley es, a mi juicio, aberrante: cobrar 0.2 euros por cada libro prestado en las bibliotecas públicas. Y es aberrante por dos razones. En el caso de personas y familias que se lo puedan permitir (que serán muchas, sin duda) implica un evidente desincentivo de la lectura. En el caso de personas y familias que no se lo puedan permitir (que también las hay desgraciadamente) es, sin más, un obstáculo económico en el acceso a la cultura y al conocimiento.
Un pueblo sin cultura es un pueblo sumiso. En España (con unos datos un poco mejores en mi CA Euskadi, pero solo un poco mejores) no andamos precisamamente sobrados ni de lectores ni de hábitos de lectura. En España (y en esto mi CA no se diferencia en nada) tampoco andamos sobrados de librepensadores, intelectuales, figuras de la cultura, cultura literaria, cinematográfica, musical, etc (en todos estos ambientes culturales el libro es una herramienta todavía hoy de primera magnitd).
Sobre todo esto ya teorizaron y pusieron mucho en práctica los republicanos españoles de los años 30 y quizás también por esto se levantó el ejército español y nos regaló una dictadura de 40 años en la que hasta principios de los 70 la escolarización no fue obligatoria. Ya se que los Franco, Queipo, Astray y compañía encabezaron la reacción por mucho motivos, pero desde luego no veían con buenos ojos a los maestros republicanos pues represaliaron a casi todos. Y esos maestros republicanos una de las cosas en las que más insistieron fue precisamente en el acceso a los libros.
¡Ah! un asunto sobre el que no ha reparado nadie. Los inmigrantes (especialmente los de segunda generación) son en todos los países que han tenido fuerte inmigración usuarios de las bibliotecas públicas por varias razones: suelen carecer de recursos económicos, es una inmejorable manera de acceder a la cultura del país al que han llegado, les ayuda a socializar, etc.
Parece ser que la medida viene impulsada por la UE. No sé cual será el razonamiento de los padres de la Directiva comunitaria que impone este canon. Sospecho que tampoco el panorama de las bibliotecas públicas será igual en todos los Estados Miembros. Pero la realidad es que una medida de este tipo en España (y también en Euskadi, me temo) es, sin más, involucionista.
Hay una serie de personas que han puesto en marcha una campaña contra este incomprensible canon. Os animo a visitar su web y a colaborar con dicha campaña. Una de las formas de colaborar es enviar postales a los Grupos Parlamentarios del Congreso y Senado para que conozcan nuestra oposición al canon. Os dejo la postal modelo.
Si finalmente el canon llega a imponerse, habrá que usar internet como arma contra semejante barrera: poner en red libros y compartirlos al margen de los derechos de autor y de los cánones de las bibliotecas.
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