Hoy hace una semana que Nadal ganó Wimbledon por segunda y apabullante vez, sumando a los 24 años de edad 8 torneos de Grand Slam, 3 copas Davis, una medalla olímpica de oro y un largo etc de records increibles. En los días posteriores hemos sido absorbidos por los éxitos de la selección española de futbol y l´gicamente hemos dejado de lado la gesta del manacorí.
Yo veo tenis desde 1980. Concretamente desde la última final que Borg le ganó a McEnroe en Wimblendon (8-6 en el quinto set). Ese es mi primer recuerdo tenístico. Debil y borroso, pues entonces yo tenía diez años.
Desde entonces he visto como expectador la retirada de Borg (al perder la final del Wimbledon del 81 y dos meses después volver a peder la final del US Open -por cuarta vez- en este caso, de nuevo contra McEnroe); el reinado del artista irascible McEnroe; los ultimos y gloriosos coletazos del guerrero Connors, el auge, reinado y caida del cerebral Lend, la eclosión en el 81 de la nueva escuela sueca comandada por un Wilander casi todo terreno y el fino estilista Edberg que solo reinó plenamente en el pasto británico y un Open de Australia que era casi una segunda casa para los suecos; la rareza histórica del show man Noah en el Roland Garros del 83 (una sola victoria francesa en el torneo parisino en toda la era open y esa solitaria victoria como único entorchado galo desde 1946); el subidón de adrenalina del debut glorioso del osado boom boom Becker en Winbledon del 85, la locura con el pequeñito y listo Chang en Roland Garros del 89 (Lendl aún está restando aquel saque de cuchara del norteamericano); el nacimiento de una joven y rebelde estrella llamada Agassi (que después sería un longevo y genial jugador que, entre otras cosas, gano los cuatro del Grand Slam); al insufrible teuton Stich y al suicida australiano Cash ganando sus únicos Wimbledons en los años 91 y 87; la eclosión en 1990 de Pete Pistol Sampras, uno de los mas grandes de todos los tiempos (el más hasta la llegada de Roger Federer), que convivió tenísticamente con Agassi para regalarnos una de las rivalidades más grandes del tenis de la era open; a Andresito Gomez capturando con 30 años de edad su Roland Garros del 90 en el ocaso de su carrera casi ya de regreso a su Guayaquil natal; el súbito auge y ocaso de Jim Courier aquel jugador de beisbol que conseguí ganar grandes de tenis en Paris y Australia (aunque seguramente el soñaba con home runs de los Tampa Bays); la salida del ostracismo del tenis español (perdón Emilio) con las victorias de Segi Burguera en Paris (93 y 94); los latigazos del austriaco Thomas Muster en el Roland Garros del 95; las rarezas de Krajiceck (96), Ivanisevich (2000) y Hewitt (2001) en sus únicos triunfos en Wimbledon; los triunfos del australiano Rafter (97 y 98) en el US Open, que no fue profeta en las dos casas de los australianos (Wimbledon y el Australian Open); el breve despuntar de Kafelnikov (Roland garros 96 y Australia 99) el ruso al que le interesaba más el poker y los dolares que el tenis; el amor correspondido de Guga Gustavo Kuerten por Paris (97, 2000 y 2001) y aquella manera de morir en cada golpe; el rechinar de dientes franceses ante las victorias (Carlos Moya 1998, Albert Costa 2002, Juan Carlos Ferrero 2003) y finales (Alberto Berasategi 94, Bruguera 97, Alex Corretja 98) españolas n el santuaio de la tierra batida; la final maldita de Roland Garros del 2004 entre Gaston Gaudio y Guillermo Coria (después de esta final los dos desaparecieron para el mundo del tenis); las rarezas de inter regno (muerto Sampras, aún no dominante Federer) de Marat Safin (US Open 2002 y después Australian Open 2005) el genio que no quiso reinar, el desgarvado y enrvante Marcelo Rios (finalista en Australia en el 98 y número 1 de mundo), los sorprendentes Australian Open del 98 para Peter Korda (el checo llamado a suceder a Lendl que se fue por la puerta de trás del doping) y 2002 para el kilométrico sueco Thomas Johansson; el advenimiento del reinado del más grande de todos los tiempos Dios Roger Federer (desde Wimbledon del 2003, 16 torneos de Gran Slam, con un Grand Slam en el 2009 al ganar Roland Garros, a pesar de hber tenido que jubilar a Sampras y evitar ser jubilado por Nadal) y finalmente todo lo que la actual era del tenis tiene gracias al duelo Roger Fereder - Rafael Nadal y el acompañamiento de Dokovic (Australian Open 2008), Del Potro (US Open 2009), etc.
En mi corazón de espectador de tenis han ocupado, y supongo que seguirán ocupando, un lugar muy especial los casi ganadores que derrochaban talento o carisma. Sentí lastima de Kevin Curren en los años 84 y 85 (da su máximo nivel precisamente cuando nace la estrella Becker y en el máximo fulgor del depredador Willander). Sentí respeto por Cedric Pioline el casi dos veces ganador de Grand Slam contra Sampras (US Open 93 y Wimbledon 97) y elegante esperanza blanca francesa. Disfruté con el tenis imposible, exquisito y quimérico del gato, el prestirigitador eslovaco Miroslav Mecir (que perdió la final del US Open en el 86 y la del Australian Open del 89 contra Lendl y solo obtuvo cierto consuelo en el oro olimpico del 88). Me sorprendió la chulería y el juego al límite del finalista sueco de Roland Garros en el 86 Mikael Pernfors. Comprendí la pena de Francia al ver derrotado en la final de Paris del 88 al honesto, genial e histriónico Henri Leconte contra Willander. Siento admiración por David Nalbandian, para mi, junto con Mecir, el más grande no vencedor de torneo de Grand Slam alguno (disputó la final de Wimbledon del 2002 y perdió con Hewitt). Comprendí la pena británica con la final del nacionalizado Greg Rusedski en el Wimbledon del 2003, los cuatro cuartos de final y cuatro semifinales fallidas del esteta Tim Henman en la hierba londinense o las (por ahora) dos semifinales de Andy Murray. Y a día de hoy simpatizo con jugadores que quizás nunca ganen un grande, pero por los que merece la pena pagar una entrada para verles en directo. Gente que como Marcos Baghdatis, Fernando González, Jo-Wilfried Tsonga, Fernando Verdasco, Robin Söderling o Tomáš Berdych.
Pues bien, habiendo visto todo este tenis y esperando poder ver mucho más y bueno en el futuro,
creo que no nos hacemos ni idea de lo que ya respresenta y va a representar Nadal en la historia del tenis cuando se retire (espero que dentro de muchos años). Hemos tenido que oir tantas tonterias sobre este jugador (solo especialista en tierra batida, un mero pasabolas, un musculitos que sin ese físico no haría nada, un jugador ultradefensivo, un jugador que se va a quedar cojo, etc) que da un poco de grima tener que insistir en obviedades. Nadal tiene ahora 24 años y solo Borg ha ganado mas Roland Garros que el (6) y el de Manacor está a uno de empatar; esta aún lejos de los 7 y 6 Wimbledons de Sampras y Federer, pero ha empatado a dos con campeonatos como Connors y Edberg y ya esta a solo un Wimbledon de leyendas londinenses como McEnroe y Becker; solo él es capaz de ganar como Borg en Paris y Londres el mismo año; ya ha ganado 3 Copa Davis (solo a la altura de la gloria sueca de los años 80 y 90); ha ganado una vez en Asutralia y no ha ganado aún en el US Open (al que nunca ha llegado hasta la fecha sano). Pero a día de hoy ya es campeón olímpico (solo Agassi de entre los grandes quiso serlo y lo fue), ha ganado 18 torneos Master Series-Master1000 (todos los existentes menos Cincinnati), 41 torneos en total en todo tipo de superficies ... En realidad solo le falta ganar en el US Open para tener los cuatro grandes, ganar un Masters y seguir sumando Grand Slams hasta ver donde se queda (¿cerca de los 11 de Borg?, ¿de los 14 de Sampras?, ¿de los 16 de Federer ...?); habiendo ya empatado con los 8 de Connors, Lendl y Agassi; y superado ya los 7 de McEnroe o Willander. Pues bien, a pesar de todo lo anterior, todavía hay gente que le discute ...
Aunque creo que en el caso de Nadal la clave no está en las estadísticas, sino en el tenis que regala a la grada y la cara que deja en sus rivales después de las finales. Duro mentalmente, agresivo en la pista, metódico en el análisis, dominando todas las facetas y las suertes del juego, psicológicamente invencible ...
Un maestro que ya solo juega para la historia y que como Federer se retire pronto (Dios no lo quiera) empezará a bailar solo hasta el surgimiento de un nuevo monstruo o hasta que el cuerpo le diga basta (Dios quiera que sea dentro de muchos años).