El pasado viernes vi la película Babel del director mejicano Alejandro Gonzalez Iñarritu, del que ya disfruté la extraordinaria 21 gramos y la crítica aclama su Amores Perros que yo no he visto aún.
Babel es una extraordinaria película sobre las duras paradojas de la globalización en un mundo en el que todo viaja con libertad menos la justicia social y el bienestar. La película esta montada en torno a tres historias independientes, de alguna manera relacionadas entre si. En una de las historias una mujer madura mejicana que cuida a los hijos de unos californianos de clase media no tiene con quien dejar a los niños el día de la boda de su hijo y se los lleva a Méjico a la referida fiesta. En otra de las historias, esa misma pareja de californianos está de vacaciones en Marruecos y la mujer es tiroteada en las montañas del Atlas con grave peligro para su vida. Y en la tercera y última trama una joven japonesa de buena familia sufre su adolescencia en un Tokio brutal en su triple condición de adolescente, huerfana de madre suicida y sordomuda. Como se puede ver Gonzalez Iñarritu se propone con su película hacer un fresco, casi documental, del mundo actual.
El director ha dicho en la promoción de las película que la misma es un trabajo sobre la incomunicación, sobre las dificultades que tenemos los seres humanos para comunicarnos. En la película hay mucho de esto, pero también de gentes al borde de la psicosis, de un mundo enajenado en el que no sabemos, no queremos o no podemos alcanzar la felicidad.
El film del mejicano tiene tal cantidad de matices, de visiones, de mensajes que es difícil de describir usando como arma la palabra. Pero intentaré dar algunas pinceladas. En la película vemos la extrema pobreza de los pastores del Atlas marroquí que contrasta con opulencia de los turistas que deambulan por sus páramos y tambien con el despliegue de medios del estado una vez que se produce el atentado contra la turista americana. Un estado que no es capaz de proveer casi nada para sus ciudadanos en esa zona de su geografia (no hay hospital a menos de cuatro horas de camino) es, sin embargo, capaz de deplegar abundantes medios policiales (por cierto, no muy merecedores del premio internacional a los DDHH) cuando su imagen internacional está en juego. En la película vemos como es destrozada a girones una humilde familia de pastores marroquies, no digo que al margen de sus acciones, pero si mucho más allá de ellas, siendo además los niños los que más duramente sufren las consecuencias. En la película tambien vemos como la cuidadora de unos niños californianos es deportada a Mejico despues de vivir 16 años en EE.UU sin darle más explicaciones que ninguna y con una bolsa de plastico en la que no van sus pertenencias. En la película tambien vemos como se trata en la frontera entre Mejico y California a unos mejicanos que no quieren infringir la ley, pues uno de ellos vive en Mejico y la otra en EE.UU, pero que son indiscutiblemente mejicanos. En la película también vemos como aliena Tokio a muchos de sus habitantes y como, en el caso de Rinko, su discapacidad auditiva, su adolesacencia, la desestructuración de su familia y la aplastante soledad de la urbe cosmopolita nipona le lleva al borde del sucidio. En la película vemos con crudeza el miedo que tenemos el 20% de la población que vivie bien al 80% del planeta que vive mal. La falta de comunicación y el miedo a lo distinto están muy presentes en esta obra fílmica.
En fin, no seguiré destripando la película, pero la recomiendo vivamente a toda persona amante del buen cine. Os diré que yo solo uso un baremo para saber si una película me ha gustado o no y cuanto me ha gastado: ¿pienso en ella despues de haberla visto? ¿De forma espontanea las imagenes revolotean por mi cabeza una vez visionado el film? Y la respuesta en este caso es apabullante: sus fotogramas llevan días incrustados en mi cerebro.
Cine de muchos quilates. Seguramente dentro de unos años la consideraremos una obra maestra. Y al menos se debería usar en las facultades universitarias para explicar como dejo el planeta el siglo XX y como entró en el XXI. No dejéis de verla.
Os dejo tres de links (además del del inicio del post): la web oficial de la película, la crítica de El País a la película, una entrevista al director en el mismo periódico.
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Comentarios
Yo también vi la película la semana pasada y comparto a pies juntillas tu comentario. Muy buena.
Puestos a destrozarla un poco más para los que vayan a verla, es curioso que en la película los que viven bien terminan solucionando más o menos los problemas y los que ya estaban puteados terminan estándolo todavía más. Espero que no sea el sino del siglo XXI.
Por cierto, me acordé de la película cuando supe que los desaparecidos de Barajas eran ecuatorianos. ¡Porca miseria!