El sábado pasado asistí en L'Auditori de Barcelona a un concierto que dieron la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Catalunya (OBC) y el pianista vasco Joaquin Achucarro. Las piezas centrales del recital fueron el Concierto para piano y orquesta en la menor, op. 16 de Grieg y la Sinfonía núm. 3 en la menor, op. 44 de Rachmáninov.
Achucarro estuvo genial, aunque yo le disfrute más en los compases lentos y profundos que en los que requieren de virtuosismo, fuerza y velocidad. Quizás esté todavía bajo el impacto de haberle visto hace mucho años, siendo yo adolescente y estudiante de piano, tocar en Bilbao a Beethoven. Quizás no me haya podido aún evadir de aquella imagen de fuerza y pasión. En cualquier caso, Achucarro produce un sonido y provoca unas sensaciones al alcance de muy pocos pianistas. El es, sin duda, uno de los más grandes.
La OBC estuvo mucho mejor sin Achucarro que con él. No es una maldad, sino que me pareció que no tuvieron tiempo sufiente para ensayar juntos y, por lo tanto, la orquesta se manejó mejor a su aire en Rachmáninov que junto con Achucarro en Grieg.
Sea como fuere, un concerto magnífico en un auditorio muy acogedor y de buena acústica, con una orquesta mas que decente y con un solista de los de campanillas. Vamos que me lo pasé de maravilla.
(las fotos son de Joaquin Achucarro y de Edward Grieg)
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