Con demasiada frecuencia se leen y escuchan opiniones que apuntan a lo sencillo que es el problema de la vivienda y la fácil que se arreglaría con una sola medida o instrumento (“lo que hay que hacer es construir y ya bajará el precio”; “si se califica mucho suelo el precio de la vivienda bajará”; "solo las cooperativas garantizan evitar la espculación"; "solo las empresas públicas de vivienda podemos solucionar esto"; etc). Son las silver bullets, soluciones sencillas a un problema complejo, propias del pensamiento mágico, que deben ser desterradas del debate sobre la vivienda asequible. El primer paso para la solución de este problema es reconocer que es complejo y multifactorial y que la solución al mismo vendrá de la mezcla de una serie de instrumentos, proyectos y políticas y no de una sola medida. En conexión con lo anterior, conviene también recelar de quien defienda que hay atajos milagrosos (shortcuts) y que este es un problema solucionable de una manera relativamente rápida.
Cuando se quiere operar sobre tejidos urbanos prexistentes y colmatados, cuando se quiere intervenir en mercados con operadores ya establecidos, cuando la oferta pública de vivienda es tan débil como en nuestras ciudades y cuando la demanda y la inversión están globalizadas, conviene no ser frívolo con un problema que conecta de forma intima muchas políticas públicas: urbanismo, transportes, empleo, servicios sociales, fiscalidad, economía, finanzas, etc.
Con voluntad de aportar al debate de cuáles son los instrumentos que deben combinarse en una política pública local de vivienda, otra cosa es en qué medida se pondera cada uno de estos instrumentos, aporto nuestro mapa de procesos en materia de política pública local de vivienda.
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