Acabo de leer Los paraísos artificiales de Charles Baudelaire. Es un ensayo sobre los efectos del hachis, el opio y el alcohol en los seres humanos. Me ha interesado, mucho más que por las consideraciones médicas o sociales del autor francés, por el estilo literario en sentido estricto de le poète maudit por antonomasia.
Reconozco que en ciertos pasajes se me ha hecho dura su lectura, un tanto pesada. Pero, de la misma manera, también os digo que su brillante prosa, en este caso puesta al servicio del ensayo, me ha parecido analítica y tremendamente imaginativa y evocadora a la vez. Algunas de las frases salidas de su pluma, son, sin más, increiblemente bellas. No sé si simbólicas o romanticas, pero si sé que eran ciertamente bellas.
Mi mujer dice que solo lee libros de gente muerta (a la que ella no mata previamen para poder leerlos, aclaro para los malpensados que simplemente espera al óbito). Yo no llego a tal grado de extremismo, pero si que disfruto de lo lindo con los clásicos, que como ya sabéis son esos autores tan reconocidos y famosos que casi nadie se molesta en leerlos.
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Comentarios
Tomo nota del libro y autor, porque pese a que yo sí leo clásicos, de Baudelaire no leí nada. Buen día
PAQUITA
Javier dice -lo dice él- que solo leo a escritores que han fallecido, en este caso, el padre de la poesía moderna. Algunos lamentablemente se me han ido muriendo mientras les leía: Calvino, Octavio Paz, Borges…Habitualmente suele coincidir, sí. Puede ser por ello que no leo prensa diaria alguna (hasta ahora ningún periodista ha vuelto de ultratumba que se sepa).
Yo creo que es una cuestión estadística: a lo largo de la historia de la humanidad hay más muertos a sumar que vivos, y por tanto más probabilidad de encontrar obras maestras. Pero sobre todo, hay mucho también de saber de dónde venimos.
Es intrascendente. En realidad, aunque están muertos, son inmortales y están más vivos que muchos de los que nos rodean.