1. La energía nuclear es muy peligrosa. La tragedia de Chernóbil ha demostrado la capacidad de dañar y generar catástrofes de esta fuente de energía.
2. La energía nuclear es la más sucia. Las centrales nucleares generan residuos radiactivos cuya peligrosidad permanece durante decenas de miles de años y cuya gestión, tratamiento y/o eliminación son cuestiones aún no resueltas.
3. La energía nuclear es la que menos empleo genera por unidad de energía producida. Menos que cualquier energía renovable. Según datos de Comisiones Obreras publicados en un informe de febrero de 2008.
4. La nuclear es una energía muy cara. Necesita fuertes subsidios estatales (que pagamos todos...) de forma continua para poder existir. Un ejemplo: el coste de la gestión de los residuos radiactivos en España, según los cálculos de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), será de más de 13.000 millones de euros sólo hasta 2070.
5. La energía nuclear no es necesaria. Los casos de Alemania y Suecia permiten comprobar que, si hay voluntad política, es posible abandonar la energía nuclear al tiempo que se reducen las emisiones de CO2 en cumplimiento con el Protocolo de Kioto.
6. La energía nuclear no es la solución al cambio climático. Nunca podrá ser una solución económicamente viable y eficiente para reducir emisiones de CO2 en la lucha contra el cambio climático. De hecho, la energía nuclear está excluida de los mecanismos financieros del Protocolo de Kioto.
7. La energía nuclear no genera independencia energética. España importa el 100% del uranio que se emplea como combustible en sus centrales nucleares, por lo que nuestra dependencia del extranjero al respecto es total.
8. La energía nuclear también se acaba. Las reservas de uranio-235 (el combustible de los reactores nucleares) servirán sólo para unas pocas décadas más.
9. La energía nuclear no tiene el respaldo social. Las encuestas de opinión muestran que la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles rechazan esta forma de producir electricidad.
10. La energía nuclear es incompatible con un modelo energético sostenible. No cumple ninguna de sus premisas: no es económicamente eficiente, ni socialmente justa, ni medioambientalmente aceptable.
El decálogo es de Greenpeace, pero yo lo suscribo por completo, letra por letra.
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