Hace unos días terminé de leer SANTUARIO del nobel norteamericano WILLIAM FAULKNER. Siempre he tenido cierta prevención, pereza, distancia o directamente pura dificultad con la lectura de ciertos clásicos considerados formalmente difíciles. Entre estos clásicos conceptuados por otros y por mi como duros están James Joyce (con quien ya he hecho muchos intentos en mi vida y creo que no haré nunca ninguno más), Thomas Mann (con quien sigo intentándolo, aún con bastantes esperanzas) o Marcel Proust (del que lenta, pero inexorablemente, me voy enamorando). Faulkner estaba en mi biblioteca, por así decirlo, congelado, a la espera de una oportunidad propicia, habida cuenta de su reputacíón. Mi actual situación entre dos trabajos era y es propicia para este tipo de, vamos a llamarlos, esfuerzos literarios.
Además hace unos meses leí que Faulkner había escrito una suerte de novela negra (Santuario) y decidí que era mejor entrarle por aquí (hacer un poco de trampa, con un genero que me gusta, formalmente accesible y del que voy sabiendo alguna cosa) que por "Absalón, Absalón", "Sartoris" o el "Ruido y la furia". Era consciente de que el propio Faulkner no tenía a Santuario entre sus obras favoritas (llegó a referirse a Santuario como una novela alimenticia, escrita solo por necesidad económica), a pesar de que la crítica literaria internacional si la considera uno de los culmenes del autor sureño (sureño, claro está, si la vida se ve desde NYC).
Antes de ponerme a leer temía las largas frases, el vocabulario intrincado y la prosa dura, aunque los saltos temporales o los diferentes narradores (otras de sus señas de identidad) no solo me gustan como lector, sino que yo mismo las practico (supongo que con nula calidad) en ocasiones cuando escribo.
Pues bien, Santuario ha sido para mi una verdadera sorpresa: narra con una belleza formal deslumbrante la abyección humana más absoluta. Puras perlas (literarias) con una pocilga (vital) de fondo. Es casi imposible pensar que al contar la historia de un mafioso que viola a una adolescente y se la lleva a un porscíbulo, así como la persecución por la justicia de un pobre inocente hasta su muerte por linchamiento popular, se puede llegar a transmitir humanidad, humor, ternura, inteligencia, belleza o poesía. Pues todo eso y mucho más ofrece Santuario. Sin duda, una de las mejores novelas negras que he leído. Sin duda, un reclamo para seguir leyendo a Faulkner.
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