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SENSACIÓN DE ABANDONO FÍLMICO (II): BREAKING BAD acabó, ¿mal?, como no podía ser de otra forma.

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Como ya me pasó hace unos meses con The Wire y Millennium, hoy siento sensación de abandono, en este caso solo fílmico. 

Me he acabado las cinco temporadas de Breaking Bad en pocas semanas y ahora no sé que ver. Estoy exhausto, epatado, horrorizado, reconfortado y vacío.

Como me pasó con las obras de David Simon y Stieg Larson, me parece que va a ser difícil encontrar otra obra a la altura de la de Vince Gulligan.

Seré positivo, después de The Wire encontré una joya del mismo David Simon llamada Treme (de la que aún tengo los últimos cinco capítulos de la cuarta y última temporada por ver y cuya banda sonora estará para siempre en mi cabeza).

Así que después de Millennium, The Wire y Breaking Bad espero que puedan llegar otros libros, series y películas a la altura de las anteriores. Simon y Gulligan siguen vivos y en la brecha. Larson cesó prematuramente.

Estos u otros deberían ser capaces de llevarnos hasta los lugares a los que nos llevó el fracasado profesor de química de un instituto perdido de la mano de Dios que, aquejado de cáncer de pulmón y quebrado, llegó a convertirse, junto a toda su pequeña troupe de familiares, amigos, compañeros y enemigos, en la persona que era el peligro (I'm the danger. I'm the one who knocks) y exigía que le llamaran por su nombre, Heisenberg (You're Goddamn right!). El jefe de la meta en el suroeste de los EEUU, que todo lo hizo teóricamente por la familia, pero que en realidad lo disfrutaba porque era muy bueno en ello y eso engordaba su inmenso ego. Sea como fuere, we'll miss you Walt Heisenberg.

 

 

 

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