Acabo de leer El callejón de los milagros de Naguib Mahfuz como preparación a un viaje que pronto voy a emprender.
La verdad es que siempre pensé en acercarme a este autor árabe, pues he leído muy poca literatura arabe y la mayor parte de la que he leído es de autores algo occidentalizados (Konstantin Kavafis -griego, egipcio, turco, británico ...-, Tahar Ben Jellou -medio frances, medio marroquí-).
La elección de Mahfuz eran, en cierto modo obvia, pues, hasta que se lo hayan dado este año al turco Orhan Pamuk, era el único árabe autor de esta zona del mundo (corrección introducida como consecuencia de sugerencia de los lectores de este blog) en haber recibido el Nobel y el gran cronista de los días y las noches cairotas.
El callejón de los milagros me ha gustado por su prosa suave y preñada de caricias líricas y trascendentales, pero tambien por su capacidad para narrar la vida de una calle como sistema social que es mucho más que la suma de sus componendos. Al Egipto de finales de la Segunda Guerra Mundial no le falta miseria, injusticia, probreza y quimeras. Pero tampoco anda falto, en la prosa de Mahfuz, de solidaridad, comunidad y amistad. Aprecio mucho a los artistas que son capaces de retratar la belleza en medio de un lodazal y Mahfuz es un genio en esta materia.
En breve me voy a Egipto y siempre que puedo leo literatura de ese país antes de ir. Casi nunca ayuda al viaje (nunca encontré la Lisboa de Pessoa en Lisboa o la Roma de Moravia o Pasolini en Roma, pues estas ciudadades irreales solo habitan en los libros de sus autores), casi siempre ayuda a mi bagaje cultural.
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