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Politica - Page 20

  • OBVIEDADES SOBRE LA FINANCIACION AUTONOMICA

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    0d47ca9d590e6665f660f583d950c68d.jpgEn las últimas semanas se ha montado una buena refriega mediática, política y social como consecuencia del tema de la financiación autonómica. El pistoletazo de salida de esta espiral ha sido la publicación del siguiente documento: BALANZAS FISCALES DE LAS CCAA CON ADMINISTRACIONS PUBLICAS CENTRALES (Ministerio de Economía, julio 2008)

    El documento en cuestión explicita algunas obviedades que está bien que se objetiven científicamente, pero que ya sabíamos todos. Varias son las CCAA que ceden parte de su riqueza en favor de la solidaridad interterritorial (Madrid, Islas Baleares, Catalunya, Valencia, Navarra, Euskadi, La Rioja y Aragón), es decir, que se la trasfieren al resto de las 17 CCAA y dos ciudades autónomas (Ceuta y Melilla). Si tomamos los extremos del modelo (Madrid/Baleares/Catalunya frente a Extremadura/Asturias/Galicia) veremos que hay CCAA que renuncian a cantidades entre el 10 y el 15% de su PIB mientras que otras reciben cantidades que suponen entre el 10 y el 15% del suyo. Otros estudios sobre balanzas fiscales, como por ejemplo, el del Servicio de Estudios del BBVA, dicen, mutatis mutandi, más o menos lo mismo.

    No me apatece meterme en el berengenal al uso: ciertos políticos catalanes que demagógicamente dicen que a ellos se les priva del dinero de servicios esenciales para financiar el despilfarro de otras comunidades bananeras, el PP denunciando que por enésima vez España se rompe, ciertos políticos extremeños diciendo que los catalanes son unos insolidarios o el PSC de Montilla y Castells (en la foto) echándole pulsos mediáticos y ficticios al PSOE de ZP.

    Me parece más interesante caminar por senderos no polémicos, claramente evidentes y puede que hasta algo constructivos.

    Primera obviedad: en España hay CCAA ricas y menos ricas y eso (al menos así lo veo yo) no es bueno para nadie (ni para las CCAA menos ricas ni para las ricas). Hay que trabajar para que en todas las CCAA haya un nivel de desarrollo y bienestar medio aceptable, digamos que europeo medio. Por ello las políticas de solidaridad son necesarias. Son además un mandato constitucional. Es decir, estamos ante una necesidad social, política y económica que es además un mandato jurídico.

    Segunda obviedad: si queremos que las CCAA con menor nivel de vida progresen a través de una serie de fondos extras, otras CCAA deberán ceder esos recursos. En este punto podemos discutir el cuanto, el como y el cuando. Solo veo que se esté discutiendo el cuanto (ciertas CCAA entienden que ponen demasiado y otras CCAA no están dispuestas a perder ni un euro de lo que reciben). En relación al cuanto poco tengo que decir. Creo que lo que las CCAA reciban en financiación autonómica debe depender de su nivel de desarrollo económico y social, de su población, de su territorio, de la densidad de población y las dispersiones, del nivel de inmigrantes que acogen, de la pirámide de edades, etc. Sobre esto supongo que podemos llegar a un acuerdo todos. Y coincido con algunos del arco mediterraneo en que no es de recibo que ciertos servicios públicos estén mejor financiados en las CCAA de renta baja que en las de renta alta. Aunque esto tiene mucho que ver con la variable gasto público (y su eficaz gestión), es claro que está fuertemente condicionado por la variable ingreso público.

    La financiación autonómica tiene que tener como principios rectores la suficiencia financiera (poder hacer frente a los gastos de cada CA), la solidaridad (de la que ya hemos hablado) y el estímulo a la eficiacia y la eficacia. Y de este último punto creo que se está hablando poco. Vuelvo al como y al cuando de la solidaridad interterritorial. ¿Para que se deben transferir fondos a las CCAA con menor nivel de desarrollo? ¿Hasta cuando? ¿Con que ritmos?

    Tercera obviedad: no creo que se deba inyectar el dinero de la solidaridad interritorial solo en sanidad, educación y servicios sociales, como propugnan algunos desde el arco mediterraneo. Eso equivale a condenar a unas CCAA al subsidio permanente. Creo que la solidaridad interterritorial debe dedicarse también a infraestructuras físicas y virtuales que permitan ejercer de palancas de desarrollo en las CCAA que reciban esos fondos.

    Cuarta obviedad: no creo que sea sostenible inyectar dinero a muchas CCAA de por vida o de forma incondicionada. La solidaridad interterritorial debería ser sometida a examen en cuanto a su eficacia y eficiencia y algunas CCAA de renta baja deberían salir de esa senda y conseguir por ellas mismas desarrollos suficientes como para dejar de recibir fondos extras. Como le ocurrió a España en la UE, al pasar de país receptor de fondos estructurales a país contribuyente, algunas CCAA deben dejar de estar fuertemente apoyadas por el resto de las CCAA y pasar a ser ellas también contribuyentes netos del sistema. Quizás de esto se esté hablando en las negociaciones entre las CCAA y el Gobierno de la Nación, pero nada a trascendido. Yo insisto en que la solidaridad interritorial debe ser fuerte, pero tiene que estar condicionada a que las receptoras hagan esfuerzos estructurales por mejorar su economía y el nivel de vida (vamos a llamarlo endógeno o autónomo) de su ciudadanía.

    Quinta obviedad: de los datos de las balanzas fiscales se deduce con claridad que hay un arco mediterraneo de desarrollo que junto con Madrid, Navarra, La Rioja, Euskadi y puede que Aragón tira del resto del país. Territorialmente esto nos tiene que preocupar. Aunque mueve a cierto optimismo ver como Andalucía se aleja de su propia leyenda negra a marchas forzadas.

    Sexta obviedad: me entristece la baja contribución a la solidaridad interterritorial de Navarra y Euskadi. Aviso a navegantes, nada tiene que ver con el concierto, pues a este se le pueden incorporar normas de cálculo que hagan que estas dos CCAA ricas contribuyan debidamente a la solidaridad interterritorial. Algunos hemos llamado a eso Concierto Económico suficiente, autónomo, pero también solidario.

    Séptima obviedad: a la mayor parte del establishment político español le interesan bastante más sus respectivas elecciones que el equilibrio territorial, el desarrollo armónico y el bienestar colectivo. Eso ocurre por muchas cosas, pero una de ellas es por que sus electorados se lo permiten.

    Y hasta aquí llego hoy. Voy a darme un bañito, que hace mucho calor

     

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  • EL CONTROL DE LA CORRUPCION BALEAR POR EL PP

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    a926640cb1b32751c00548c92d106e64.jpgDice ahora el PP de las Islas Baleares que el Gobierno de Jaume Matas (PP) fracasó en el control de la corrupción balear.

    A mi la afirmación me parece extraordinariamente falsa y de una gran injusticia hacia el Partido Popular de esta Comunidad Autónoma. El PP de las Islas Baleares no falló en el control de la corrupcion, fundamentalmente pero no solo urbanística. De hecho, fueron, y aún lo son, un partido implacable en el control de la corrupción.

    Y no fallaron en el control de esa corrupción, por ser ellos mismos quienes la dirigían y todavía en parte la dirigen. Por cierto, aún con un notable apoyo electoral.

     

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  • "NO BLOOD FOR OIL" TAMBIEN EN GEORGIA

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    ea7fc760aeaa8125afaa222f772d90f0.jpgSi a G.W. Bush la comunidad internacional y sobre todo la sociedad civil de muchas de las naciones del orbe le montaron en el año 2003 un buen follón por invadir Irak para proteger sus intereses geoestratégicos y petroleros en contra de la legalidad internacional ¿porque ahora que el tandem Medvedev-Putin invade Georgia para proteger sus intereses geoestratégicos, petroleros y gasísticos -por Georgia pasan un oleoducto y gaseoducto clave para la partida energética mundial- la comunidad internacional y las sociedades civiles no les gritamos en las calles lo de NO BLOOD FOR OIL - NO A LA SANGRE A CAMBIO DE PETROLEO?

    Puede ser que en medio del asueto y la canícula agostil sea más difícil reaccionar, pero es claro que estamos ante una acción unilateralista, militarista, imperialista, ilegal a la luz del derecho internacional (los rusos ni se han molestado en camuflarlo) y que busca, por encima de todo, garantizar para Rusia el control de recursos e infraestructuras estratégicos para las economías y las sociedades de todo el planeta.

    Yo propongo desempolvar el NO BLOOD FOR OIL - NO A LA SANGRE A CAMBIO DE PETROLEO.

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  • SOLIDARIDAD CON MANUEL FUENTES, HONESTO ALCALDE DE SESEÑA

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    5f6aa7c00ac0f8ad2271555448aaa120.jpgUn juez ha impuesto una fianza de 133.333 euros a Manuel Fuentes (alcalde de Seseña y uno de los alcaldes más honrado de España, si no es, de hecho, el más honesto de todos) y a otros 4 concejales o ex concejales de IU, por una denuncia que les ha puesto Paco el pocero por un supuesto delito de calumnias.

    Esta denuncia es una burda manipulación procesal de Paco el pocero, frente a las actuaciones de la fiscalía, la judicatura y la alcaldía contra su imperio empresarial, a todas luces construido sobre la corrupción urbanística que Manuel Fuentes combate en Seseña en nombre de IU.

    Dado que la honestidadde los compañeros de IU de Seseña les ha impedido ingresar grandes cantidades de dinero, ahora no tienen fondos suficientes para pagar dicha fianza.

    bf3efa769c6ec8f946dfd559ff6ce88e.jpgPor ello, IU ha abierto una cuenta bancaria donde nos podemos solidarizar con los compañeros de IU Seseña. El ingreso que hagamos se devolverá cuando sean absueltos y se les devuelva la fianza.

    El Pocero ha puesto seis querellas a los cargos de IU en Seseña. De ellas, tres han sido ya archivadas. Las demás seguirán, sin duda, el mismo camino.

    El número de cuenta donde se pueden hacer las aportaciones es este:

    2105 0036 11 1242029983

    OS ANIMO A HACER UNA APORTACION EN FAVOR DEL URBANISMO LIMPIO Y AL SERVICIO DE LOS INTERESES Y LAS NECESIDADES DE LA CIUDADANIA Y EN CONTRA DEL TURBOURBANISMO CORRUPTO, ANTOSOCIAL, ILEGAL Y MEDIOAMBIENTALMENTE INSOSTENIBLE.

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  • ETA NO, ETA EZ

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    ETA trata de meter el miedo en el cuerpo a los veraneantes en Cantabria, así como a los cántabros. No lo va a conseguir. Yo estaba el domingo en Laredo y seguiré yendo a ese municipio sin miedo siempre que quiera.

     

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  • ANTITAURINOS EN SANFERMINES

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    Ahora que las fiestas de San Fermín llegan a su fin, quiero agradecer a los antitaurinos que se han manifestado en Pamplona estos días contra la tortura animal y por la decencia humana.

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  • FOTE REELEGIDO COORDINADOR DE EZKER BATUA BERDEAK DE ALAVA

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    Mi amigo Fote (José Miguel Fernández López de Uralde) ha sido reelegido hoy Coordinador De Ezker Batua Berdeak de Alava.
    Para mi es una alegría, pues confió plenamente en su formación, capacidad de trabajo, honestidad, juventud, experiencia y valores de izquierdas. Estamos, una vez más, en buenas manos.

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  • EL "ARTE" DE MATAR (TOROS)

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    8b68e6f80fa28531ae29aea0e364bf1f.jpgEn estos días en que transcurren las fiestas de San Fermín (en las que no solo hay encierros -la cara "amable" del negocio de la tauromaquia-, sino también corridas de toros) con gran alborozo general (¡ incluso Cuatro informa de los encierros en la sección de deportes !) quisiera traer a colación un texto con el que me identifico mucho.

    EL ARTE DE MATAR

    ANTONIO MUÑOZ MOLINA

    El País 14 de junio del 2008

    Cuando yo tenía seis o siete años mi padre me llevó una vez a una corrida de toros. A él le gustaban mucho y le ilusionaba transmitir a su hijo esa afición. Se acordaba siempre de la tarde de agosto en que alguien bajó por la vereda de la huerta en la que trabajaba y le dijo llorando que un toro acababa de matar a Manolete, muy cerca, en la plaza de Linares. Manolete era para ellos un héroe y también una persona muy próxima. Más aún lo fue veinte años después otro matador de éxito más bien pasajero, Carnicerito de Úbeda. No sólo era de nuestra misma ciudad: su padre, de quien le venía el sobrenombre, tenía un puesto en el mercado justo enfrente del mío. De pronto ese niño al que mi padre había visto crecer era una figura del toreo que llenaba las plazas y aparecía a página entera en aquella revista taurina que se llamaba Dígame. Era, literalmente, uno de nosotros, e incluso los niños nos enorgullecíamos de que hubiera nacido en nuestra ciudad y celebrábamos su éxito. Algunas veces lo veíamos pasar en un Mercedes blanco.

    Con los años, la corrida a la que me había llevado mi padre sólo fue un recuerdo vago de aburrimiento y disgusto. Él, sin embargo, se acordaba muy bien, con esa buena memoria para las desilusiones y los agravios menores que tienen en común los padres y los hijos. Mi padre se acordaba de que a los pocos minutos de empezar la corrida yo ya estaba preguntándole cuánto quedaba para que terminara. "¿Por qué toro van ya?". Imaginaría, con razón, que mi desinterés en los toros era otro signo de mi discordia inexplicable hacia las cosas que a él más le gustaban, las que constituían su mundo, las que yo hubiera debido aprender de él como él las aprendió antes de su padre: el campo, los animales, la hermosa agitación del mercado de abastos, las canciones flamencas que sonaban siempre en la radio. Ése era el mundo de la gente trabajadora campesina: nuestros padres estaban seguros de pertenecer a él de la misma manera visceral en que muchos de nosotros queríamos abandonarlo. No era ni el paraíso que inventa luego la nostalgia ni la cultura inmemorial y a ser posible inalterada que tanto gusta a los antropólogos y a los fabricantes de raíces vernáculas: el mundo de los campesinos pobres españoles de los años cincuenta y sesenta era el paisaje de ruinas posterior a la Guerra Civil, y su apariencia de perduración el resultado de un retroceso traído por la victoria militar de las clases sociales más retrógradas y de sus aliados eclesiásticos.

    En esa aspereza sin demasiados horizontes la afición a los toros deparaba a nuestros mayores una emoción estética y la ocasión de admirar el triunfo de alguien salido de su misma clase. Raramente advertirían la brutalidad de un espectáculo sanguinario quienes la experimentaban a diario en sus propias vidas. Nosotros, los hijos de aquella gente, crecimos en el mundo que ellos habían hecho posible con su trabajo sin recompensa, y fue precisamente lo que ellos nos dieron lo que alimentó nuestra vocación de lejanía. Porque nuestra vida era mejor y más ancha de posibilidades ya no nos gustaba lo mismo que a ellos. De muy niños nos habíamos retorcido de risa viendo correr delante de un novillo a los enanos de la troupe del Bombero Torero; incluso, aunque a veces se nos partiera el corazón de lástima, no nos habíamos rebelado contra el trato brutal que recibían los más indefensos, los tontos a los que perseguían a pedradas adolescentes feroces, los perros enganchados a los que alguna mala bestia separaba con una navaja.

    En esa España chillona retrógrada que se nos volvía afortunadamente tan ajena estaban incluidos los toros, a veces sólo por razones estéticas, antes de que empezáramos a tener alguna sensibilidad hacia el sufrimiento de los animales. Los pasodobles, las monteras, los trajes de luces, la grosera simbología de la sangre, la arena, la cornamenta, la espada. Era la España negra: la de los lugares comunes baratos del turismo, la de la intelectualidad extranjera que fingía apreciar nuestro exotismo y al mismo tiempo nos miraba de arriba abajo, brutos domados por un dictador y tan prisioneros de sus pasiones y sus rituales que no podían entrar seriamente en el mundo moderno.

    Creíamos que la libertad, al ventilarnos el país, iría despejando toda esa panoplia de espectros; que el ejemplo de nuestra democracia y la riqueza de nuestra mejor tradición ilustrada disiparían poco a poco en el mundo la fama negra de España. Quién nos iba a vaticinar que bien entrado el nuevo siglo todo aquello que nos repugnaba por pertenecer a los peores residuos del pasado regresaría convertido en modernidad, incluso en sofisticación. Una mezcla letal de ignorancia, penuria cívica y especulación urbana se ha llevado por delante muchos de nuestros paisajes más hermosos y destruido para siempre el legado de nuestra arquitectura popular: del pasado ahora lo único que queda, lo que se celebra, lo que se conmemora, es lo más retrógrado, ahora convertido en cool, elevado a la categoría inatacable de cultura autóctona, incluso de arte de vanguardia.

    Puedo comprender que mi padre se conmoviera viendo una corrida de toros: ahora veo la foto de un torero en la primera página de los periódicos más serios, leo los ríos de prosa artístico-taurina que vuelven a derramarse, y siento vergüenza de mi país, y un aburrimiento sin límites. Ya sé que en España la defensa del trato digno hacia los animales merece el mismo escarnio que se reservaba hace un siglo para las sufragistas. ¿Realmente hay mucha nobleza en el espectáculo de atormentar a un animal y de acabar con él no en ese instante de arte supremo que tanta emoción provoca entre los intelectuales de mi época, sino, como suele ocurrir, después de una repulsiva sucesión de torpes estocadas? Mentes selectas han decidido que las corridas de toros son alta cultura: no deberá extrañarnos que fuera de nuestro país mucha gente siga pensando que toda nuestra cultura son las corridas de toros. Si yo fuera pintor español, incluso si fuera pintor español aficionado a los toros, me causaría cierta desolación que el único artista español digno de la atención del crítico estrella del New York Times sea el torero José Tomás. Leo también, desde lejos, que además de artista José Tomás es poeta. Y no puedo menos que pensar en la vieja tradición de literatos caprichosos dedicados a llenarle la cabeza de pájaros a algunos toreros que tal vez se dedicaron a ese oficio por la simple razón de que les ofrecía la posibilidad de no morirse de hambre. El Llanto por Ignacio Sánchez Mejías es un gran poema, desde luego. Pero no sé si compensa las toneladas de lirismo taurino tan pegajoso como pringue de chorizo que han vuelto a inundar los periódicos, justo cuando los toros, por fin, se van convirtiendo de verdad, para la mayor parte de la ciudadanía, en una penosa antigualla que sólo sobrevive gracias a la subvención, como cualquier otra de nuestras identidades ancestrales.

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  • UNIVERSIDAD: ¿COMO COMBINAR EL ACCESO IGUALITARIO, LA EXCELENCIA ACADÉMICA Y LA INVESTIGACIÓN AL SERVICIO DEL BIENESTAR Y PROGRESO SOCIAL?

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    Dicen que el buen blogger no debe reproducir textos escritos por otro y publicados en otro medio, máxime si este es 1.0 (el papel de toda la vida).

    Sin embargo, a mi me gusta, solo de vez en cuando, reproducir en mi blog textos que me han hecho pensar y que me parecen de relevancia.

    ¿ES POSIBLE COMPATIBILIZAR UNA UNIVERSIDAD EN LA QUE SE ACCEDA POR MERITO Y CAPACIDAD, EXCELENCIA ACADEMICA E INVESTIGACION AL SERVICIO DEL BIENESTAR Y PREGORESO SOCIAL EN ESTOS TIEMPOS DE TOTAL GLOBALIZACION?

    La pregunta tiene mucha enjundia y el siguiente artículo analiza algunos aspectos de esta cuestión.

     

    EL RETO DE OXFORD

    Timothy Garton Ash

    El País 1 de junio de 2008

    Oxford acaba de anunciar la mayor campaña de obtención de fondos lanzada por una universidad europea; mientras tanto, Europa y el resto del mundo necesitan imitar lo mejor -pero no lo peor- del modelo estadounidense.

    Paso mi vida académica dividido entre dos universidades, Oxford y Stanford. En 2006, Stanford anunció una campaña con el "reto" de recaudar 4.300 millones de dólares (unos 2.700 millones de euros). Esta semana, Oxford ha lanzado una campaña (campaign.ox.ac.uk) para recaudar 1.250 millones de libras (1.570 millones de euros), la mayor jamás lanzada por una universidad europea.

    Detrás del intento de Oxford de jugar en la superliga de la financiación de las universidades al estilo norteamericano se encuentra una cuestión más amplia: ¿tendrá Europa, la cuna de la universidad moderna, unas universidades de investigación de categoría mundial de aquí a 10 años? Y esa pregunta forma parte de un enigma mayor: ¿cómo puede resistir Europa en un mundo cada vez menos europeo? Por ahora, Europa está representada en la lista de las 10 mejores universidades del mundo que elabora el Times Higher Education Supplement por cuatro instituciones, todas británicas: la Universidad de Oxford, la de Cambridge, el Imperial College de Londres y el University College de Londres. En la lista rival que elabora la Universidad Jiao Tong de Shanghai, sólo Oxford y Cambridge están entre las 10 primeras. Las otras ocho son estadounidenses, pero China tiene intención de incluir pronto una de las suyas.

    Oxford dice que el contexto de su campaña es "un mundo de financiación estatal incierta y competencia mundial creciente". Veo esa competencia feroz por los mejores profesores y los mejores estudiantes cada semana, tanto si estoy en Oxford como si estoy en Stanford. Éste es un mercado tan globalizado como los de los ordenadores, el petróleo y los servicios financieros. Oxford aguanta, pero a duras penas. Para los jóvenes profesores más brillantes del mundo, los patios cuadrados de piedra, las cenas civilizadas en los colleges y una tradición intelectual de incomparable riqueza pueden compensar sólo hasta cierto punto unos sueldos más bajos, unos precios de la vivienda más altos y unos horarios de trabajo más cargados que, por ejemplo, en Stanford.

    El dinero no es, en absoluto, el único factor en este mercado globalizado de la enseñanza superior, pero desde luego ayuda. La financiación pública de la educación superior en Gran Bretaña ha aumentado con el nuevo laborismo después de que sufriera un declive espantoso con Margaret Thatcher, pero no puede solucionar todos los problemas de un sector universitario mucho más extendido, significa ataduras burocráticas y políticas y seguramente saldrá mal parada en las restricciones actuales del gasto público. En cualquier caso, la independencia financiera y la intelectual van de la mano, como advierte el folleto de campaña de Oxford en un apartado sucintamente titulado "Libertad".

    Los derrotistas ven la dotación de 35.000 millones de dólares con que cuenta Harvard y dicen que "es imposible que lleguemos a eso". Pero Harvard es un caso aparte. Stanford tiene justo por encima de 17.000 millones de dólares y Princeton casi 15.000 millones. Si se suman las dotaciones de los colleges de Oxford, la universidad y sus fondos y fundaciones, y se capitalizan las transferencias anuales medias de las rentables ediciones de Oxford University Press, podemos alcanzar una cifra de unos 11.000 millones de dólares, según los tipos de cambio actuales. Y ese cálculo ignora el hecho de que los títulos de las tierras que figuran en algunas dotaciones de Oxford están valorados en precios de los siglos XV o XVI (una anomalía surrealista y digna de un clásico de esta universidad, Alicia en el país de las maravillas). Si a eso se añade una campaña que tenga éxito y consiga otros 2.500 millones de dólares, estaremos cerca de Princeton.

    Ahora bien, las dotaciones, junto con la financiación pública y privada de la investigación y las colaboraciones y derivaciones comerciales, no son más que parte de la historia. Las mejores universidades de EE UU disponen además de más ingresos procedentes de las matrículas. Aunque Oxford puede resultar caro para los alumnos de fuera de la UE, sus tarifas para los británicos tienen un tope que fija el Gobierno, como las de las demás universidades británicas, en un máximo ligeramente superior a 3.000 libras anuales (3.800 euros), que es ya el triple de la cifra anterior a 2006 y una cantidad más elevada que en la mayoría de los países de Europa continental. Incluso contando con las aportaciones de fondos especiales del Gobierno que ayudan a sostener su sistema único de tutorías y colleges, Oxford calcula que subvencionar el coste de educar a un estudiante británico le supone un gasto de unas 7.000 u 8.000 libras al año. Si Oxford adoptara verdaderamente un modelo de financiación estadounidense, tendría que cuadruplicar (por lo menos) sus matrículas y, si quisiera mantener unos criterios de admisión independientes del nivel económico, tendría que ofrecer unas becas muy generosas para ayudar a los alumnos de familias más pobres.

    Es posible que ésa sea -quizá debería ser- la dirección que emprenda Oxford durante los próximos 10 años, pero no será un proceso rápido, completo ni carente de discusiones y negociaciones complejas, porque Oxford está en Europa, no en Norteamérica. Sus profesores y estudiantes no sólo trabajan en un contexto político europeo que es, al mismo tiempo, liberal y socialdemócrata en sentido amplio; son parte de él y comparten muchos de sus valores. Reconocen que el mero hecho de empezar a avanzar en la dirección de Stanford, por así decir, plantea difíciles problemas de acceso, igualdad y justicia social.

    Es imposible empezar a hablar de todos esos problemas, pero veamos una muestra del caso británico. El importe máximo de 3.000 libras (más inflación) de las matrículas y el sistema de préstamos a estudiantes que lo acompaña van a ser sometidos a una revisión del Gobierno que comenzará el año próximo pero quizá no ofrezca resultados hasta después de las próximas elecciones (ni los laboristas ni los conservadores quieren que esto se convierta en una patata caliente en época electoral). El Gobierno asocia la cuestión de las matrículas y los préstamos a la mejora del acceso a la universidad para los estudiantes de escuelas públicas -frente a los que proceden de las privadas- y ambientes menos favorecidos. Oxford aplica un criterio escrupulosamente meritocrático a la admisión (mucho más que algunas de las principales universidades estadounidenses, que ofrecen un acceso privilegiado a los alumnos más mediocres de antiguos alumnos generosos; de ahí que George W. Bush fuera a Yale), pero muchos de esos estudiantes no solicitan la entrada en Oxford debido a la falta de conocimiento, profesores que les descorazonan y la imagen de la universidad -difícil de eliminar- como lugar de privilegios, oropeles y champán. Si, aunque mezclemos nuestras metáforas como no debería hacerlo ningún alumno, esta patata caliente acaba en el campo del líder conservador David Cameron -en el caso de que éste se convierta en el 26º primer ministro educado en Oxford-, será doblemente explosiva.

    Sin embargo, más allá de la política de imagen, nos encontramos ante unos dilemas políticos reales. Si se eliminan los topes de las matrículas, ¿aumentaría el Gobierno los préstamos a estudiantes en la proporción correspondiente? Eso significaría más deuda para los licenciados y más gasto público. ¿O se encargaría el Gobierno de pagar directamente la factura, con dinero que tendría que quitar de los hospitales, las escuelas públicas y el gasto social? ¿O pediría a las universidades que compensen ellas mismas la diferencia? Si Oxford tiene éxito con su campaña, seguramente podría financiar la diferencia con esa dotación aumentada y conceder becas a los menos acomodados, como hacen Harvard y Stanford. Pero Oxford y Cambridge son las dos únicas grandes universidades de Europa que tienen la más remota posibilidad de pensar en algo así.

    Las dotaciones del Imperial College y el University College de Londres están muy por debajo, y mucho más aún las de otras universidades británicas importantes. Por tanto, si se eliminan los topes y esas universidades cobran unas matrículas más elevadas -cosa que sus magníficos resultados académicos justificarían, desde luego, incluso en un mercado muy competitivo-, ¿quién pagaría la diferencia a sus alumnos más pobres? ¿O acaso esas universidades ajenas a Oxbridge pero también de élite se convertirían en escuelas privadas para estudiantes acomodados y (cada vez más) extranjeros?

    No sé las respuestas. No he planteado ni la mitad de las preguntas. Pero sí sé que éste es el debate que debemos mantener durante los próximos años, no sólo en Gran Bretaña sino en toda Europa. La pregunta fundamental -podemos llamarla la pregunta de Oxford- en la que se basan todas las demás es ésta: ¿podemos tener en Europa justicia social en la enseñanza superior y al mismo tiempo unas universidades investigadoras de primera categoría? ¿O hay que elegir?

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