Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

LOS PODERES PUBLICOS DEBEN REGULAR LA EXCESIVA CONCENTRACION DE CREDITO EN EL SECTOR INMOBILIARIO: NO TROPEZAR DOS VECES EN LA MISMA PIEDRA

5 comments

 

Julio_Rodriguez.jpg

Casi todos los economistas que han estudiado el tema coinciden en que una de las razones de la específica crisis económica española es el excesivo riesgo que han adquirido las entidades financieras españolas (especialmente las cajas de ahorros, o por decirlo con más precisión, algunas cajas) en suelo y vivienda en los últimos diez años.

Se calcula que para prestar a empresarios del sector de la vivienda y a los compradores de este mercado, nuestras cajas y bancos, además de usar sus propios recursos, han pedido más de medio billón de euros a otras entidades financieras internacionales.

Esta excesiva concentración de riesgo en el sector ladrillil fue posible por varias cosas. En primer lugar, por que era posible pedir y obtener esas ingentes cantidades de dinero en el mercado internacional de liquidez (alegre y temerario apalancamiento financiero internacional). En segundo lugar, por haberse creído todo el mundo en España que el precio de la vivienda solo podía crecer de forma indefinida. Como anécdota, os apunto que a mi hace cinco años en foros profesionales del mundo de la vivienda, por defender que esta sube y baja de precio también en España, me llamaron "idealista". Y en tercer lugar, por haber fallado la supervisión por parte de los reguladores públicos (en unos casos por hacer mal su trabajo -teóricos intervencionistas- y en otros por no querer hacerlo -liberales-).

Este chorro de dinero generado y obtenido por bancos y cajas se aplicó de forma preponderante sobre las empresas que se dedicaban a comprar suelo, urbanizarlo, edificar vivienda y venderlas. De esta manera, se discriminó crediticiamente a otras actividades empresariales que hoy consideramos más productivas, de mayor valor añadido, pero que entonces se veían como juegos de niños en comparación con la especulación inmobiliaria.

En relación a esta superabundancia de crédito para el ladrillo y restricción crediticia para el resto de sectores (automoción, turismo, energía, infraestructuras físicas y virtuales, I+D+i, PYMES, etc) hace pocos meses le oí decir en una conferencia al economista y estadístico Julio Rodríguez López (en la foto de arriba) que el crédito al ladrillo en el momento alguido de la burbuja inmobiliaria absorbió el 61% del crédito total prestado por bancos y cajas a empresas. A él (y a mi mismo) eso le parecía una burrada. Nada más y nada menos que 6 de cada 10 euros puestos encima de la mesa por bancos y cajas para las empresas eran para la promoción inmobiliaria.

Llegados a este punto, yo me pregunto: dado que el sector financiero español es incapaz, por si mismo, de adjudicar bien el crédito en épocas de fuerte crecimiento, buenas perspectivas empresariales, alto consumo, bajo paro y fuertes alzas de los precios de suelo y la vivienda 8en parte inducidos por el propio sistema financiero) ¿no se debería controlar desde el Banco de España, el Gobierno y/o las Cortes Generales el porcentaje de crédito que va al ladrillo y el que va a la economía verdaderamente productiva?

En otras ocasiones ya hemos hablado en este blog de la necesidad de limitar por ley el crédito máximo al que acceden los particulares y las familias, de forma que evitemos su sobre-endeudamiento particular y un apalancamiento generalizado de la economía (1, 2 y 3). La cosa en España parece ciencia ficción y los partidos mayoritarios se niegan a impulsar este tipo de medidas que ya han sido debatidas varias veces en el Congreso de los Diputados. Pero en países como Francia (desde hace años), el Reino Unido (desde hace meses) o Corea del Sur (están en ello ahora) se tiene muy claro que para que la economía esté sana (para que se dediquen los recursos financieros fundamentalmente a las actividades de mayor valor añadido económico, social, tecnológico y cognoscitivo) y no haya burbujas inmobiliarias es necesario controlar no solo la oferta de vivienda (que también), sino la demanda. Y la demanda de vivienda solo se puede controlar vigilando el crédito al ladrillo y retirando los estímulos fiscales a la vivienda (en propiedad). Hay, a mi juicio, un campo para el control del crédito que va a particulares compradores de vivienda, pero también a las empresas productoras y vendedoras de inmuebles.

Parece que el Gobierno de España está por la labor de eliminar las deducciones fiscales a la compra de vivienda (verdadera gasolina echada al fuego todos los años allá por mayo), eso sí, ad calendas grecas (solo después de que el PSOE gane las elecciones, dicen ellos). Pero no parece que se quiera limitar por ley el crédito máximo al que pueden acceder particulares y familias para comprar una vivienda. Y lo de limitar por ley y con el control de los poderes públicos el porcentaje de préstamos que un banco o caja puede hacer al sector inmobiliario, de momento, nadie lo propugna. Se me dirá que este tipo de regulaciones limitan el libre mercado, pero se me permitirá que sonría. Ahora que estamos salvando con el dinero del contribuyentes a bancos y cajas de sus propias locuras no creo que sea el mejor momento para defender el laissez faire estatal. Se me dirá, por otra parte, que esta es una medida técnicamente muy difícil de implantar (pues supone controlar en detalle a bancos y cajas desde los poderes públivos). Pero creo que hay cosas mucho más complejas técnicamente que se hacen para controlar a los sufridos ciudadanos y que, de la misma manera, o con mucha más facilidad, se pueden aplicar a menos de 50 instituciones financieras. Bancos y cajas, que por cierto, han sido bastante bien controladas por el Banco de España en otras materias, con aplauso internacional por ello.

theeconomist_logo.jpg

A pesar de todo lo anterior, yo creo que el control público del nivel del flujo financiero de bancos y cajas a promotoras de suelo y vivienda es una medida que debe implantarse ahora en crisis (en estos momentos esa medida no iba a molestar a nadie, pues el sector inmobiliario recibe muy poco crédito) para que despliegue sus mejores efectos en la próxima senda alcista de la vivienda. Si ahora que la burbuja se ha pinchado no tomamos medidas, volverá a haber una nueva burbuja (como dice The Economist que está ocurriendo en estos momentos en Corea del Sur, país en el que las autoridades están reaccionado con limitaciones crediticias a la demanda) y nos volverá a pillar con el pié cambiado. Si eso ocurre será porque tenemos una suerte de vocación macroeconómica masoquista, no porque otros estados occidentales y orientales no nos estén diciendo por donde hay que ir. 

 

ARTICULOS ANTERIORES EN ESTE BLOG QUE TRATAN DE TEMAS RELACIONADOS Y QUE PUEDE INTERESARTE:

 

Technorati Tags:

Comentarios

  • Impagable el último párrafo del artículo de The Economist. La fe ultraliberal es inquebrantable, con la que ha caído...

  • JorgeB, fé es creer en lo que no se ve. Y aplicando esta definición, la visión neoliberal de la religión es bastante religiosa. No son los únicos creyentes en este campo. Pero quizás si sean los más fervorosos.

    Un saludo,

  • JorgeB, por otra parte, aqui en España hay muchos que siguen diciendo que lo que hay que hacer para que baje el precio de la vivienda es contruir más, después de seis millones de nuevas viviendas en los últimos diez años, que nos ha llevado a tener 1.25 viviendas (en millones) nuevas sin vender y vacías, más 1 (también en millones) viviendas usadas vacías de un total de 21 m de viviendas contruidas. Como eso "solo" ha hecho subir el precio de la vivienda un 210% en esa década, parece que lo "razonable" es solucionar el problema con más vivienda. Pura fé religiosa. Eso sí, con el dinero de los contribuyentes de paracaidas para cuando la cosa se escaraja.

    Ya digo que no son los únicos economistas con pensamiento religioso, pero estos neoliberales son de una fe inquebrantable.

    Un saludo,

  • Que razon tiene The Economist en muchos de sus articulos, pero ahora creo que cada pais va por libre, es decir, que cada palo aguante su vela, y no creo que acepten consejos de los demas, o eso esta pasando en mi pais.

  • Chat, pues a mi me parece que el The Economist es de un cinismo muy elevado.

    Gracias por pasar por aqui.

    Un saludo,

Los comentarios son cerrados