He estado varios días enfrascado en la absorbente lectura de A SANGRE FRIA / IN COLD BLOD del periodista, literato y personaje del papel couche norteamericano de mediados del siglo pasado Truman Capote.
De este clásico instantaneo (así ha sido considerado inmediatamente desde su aparición en el año 1956) dice su editorial española (Anagrama):
El 15 de noviembre de 1959, en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran, aparentemente, inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los asesinos. Cinco años después, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes. A partir de estos hechos, y tras realizar largas y minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió "A sangre fría", la novela que le consagró definitivamente como uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo xx. Capote sigue paso a paso la vida del pequeño pueblecito, esboza retratos de los que serían víctimas de una muerte tan espantosa como insospechada, acompaña a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento y detención de Hickcock y Smith y, sobre todo, se concentra en los dos criminales psicópatas hasta construir dos personajes perfectamente perfilados, a los que el lector llegará a conocer íntimamente. "A sangre fría", que fue bautizada, pionera y provocativamente, por Capote como una «non fiction novel», es un libro estremecedor que, desde la fecha misma de su publicación, se convirtió en un clásico.
De este libro muchos de sus glosadores destacan su verismo, el delicado equilibrio entre la novela y periodismo, la capacidad que tiene el autor para hacer que la trama, los personajes, los lugares y las formas de vida narradas sean como parte de tu propia vida. Todo esto es cierto. Capote hace un esfuerzo titánico, un verdadero tour de force (por el que creo que pago mucho personalmente), para narrar unos acontecimientos de forma que uno se sienta casi parte de ellos, casi un elemento más de la trama, pasivo espectador, pero presente en los lugares de los hechos. Es probable que esta novela haya pasado a la historia por esto: por su extraordinaria capacidad empatizante. Algo que el autor llamo non fiction novel, dijo o dejó que dijeran que lo había inventado él (a pesar de que existen precedentes argentinos de este tipo de novelas, especialmente Rodolfo Walsh), se consagró para siempre como uno de los grandes de las letras universales y ayudó al nacimiento del nuevo periodismo norteamericano(Wolfe, Mailer, Thompson, etc).
Pero a mi lo que mas me ha conmovido y turbado no ha sido eso. Lo que mas me ha impresionado ha sido su forma de describir y analizar ciertas mentes criminales. No hay en esta novela de Capote descenso a los infiernos (clásico por ejemplo en Conrad) o una caractrización del mal como algo excepcional, deforme, patológico, infrecuente, monstruoso. Capote nos habla de varios asesinos natos (fundamentalmente dos, pero la galería de retratos criminales es amplia), delincuentes sin móvil aparente, crímenes en los que los nexos causa - efecto es imposibles de establecer, pues no existe o es de una debilidad extraordinaria. Capote nos presenta a criminales y crímines aberrantes con un halo de normalidad, cotidianeidad y cercanía que verdaderamente asusta.Los crímes más horrendos no tienen génesis causal aparente, pero tampoco son perpetrados por individuos monstruosos, sino por personas con graves defectos afectivos y sociales que han ido pasando de un crimen a otro sin solución de continuidad. El antes citado Conrad en su obra te habla de crímenes abominables cometidos por personas monstruosas que han descendido a los más abyectos infiernos de la condición humana. Capote en esta novela describe crímenes sin duda abominables, pero sus autores aparecen retratados con todo tipo de detalles, algunos de ellos muy humanos, que hacen que no los veamos como monstruos, aunque si como personas con problemas psicosociales. Lo cual, a mi juicio, hace esos crímenes mucho más monstruosos aún. A principios de los años 50 los hechos que narra esta novela conmocionaron a los EE.UU de Norteamérica, pues se comprobaba que cualquiera podía morir asesinado en cualquier momento. Sin que esto deje de afectarme (se habla de una sociedad enferma que en realidad no es consciente de estarlo), creo que lo verdaderamente increíble es que el libro describe como casi cualquiera se puede convertir en un asesino en serie casi sin razón alguna, casi iocandi causa. Verdaderamente aterrador.
Sea como fuere, estamos ante una obra maravillosamente escrita, profudamente documentada, con un ritmo endiablado, con cierta pátina poética, con un análisis de la condición humana turbador, pero no exento de cierto optimismo vital (after all, lives goes on). Como dirían los norteamericanos, esta novela es A must (algo que uno no debe perderse).
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