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VEHICULOS INMOBILIARIOS DE ENTIDADES FINANCIERAS: MAS DE LO MISMO O UNA GRAN OPORTUNIDAD PARA EL ALQUILER

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Partamos de una primera evidencia. Cuando las entidades financieras de un país en su conjunto tienen en sus balances inmensas pérdidas camufladas, en este caso con origen  en el trinomio suelo-ladrillo-cemento, solo hay tres opciones de salida: las entidades reconocen pérdidas (muchas de ellas quiebran y se produce un concentración en manos de las saneadas y capital extranjero), los acreedores de las entidades financieras pierden parte de sus inversiones (a la luz de los hechos, imprudentes y poco profesionales) o las pérdidas son asumidas por los contribuyentes. Obviamente caben la soluciones mixtas con un poco de cada cosa.

Pues bien, en España, después de oficialmente soltarle al sistema financiero 110.000 millones de euros del contribuyente nacional (FAAF, FROB, intervenciones del BdE, avales del Tesoro Público, FGD, etc) y más de 200.000 del contribuyente europeo (sobre todo la barra libre de liquidez del BCE), nuestros bancos y cajas zombis siguen sin limpiar sus balances, sin prestar a empresas y particulares y declarando beneficios ahora menguantes. 

Aparentemente la política del Ministro De Guindos (incremento de provisiones sobre suelo y viviendas para que afloren al mercado a sus precios reales) y la de los últimos ministros del PSOE son diferentes. El PSOE no tuvo problemas en reconocer, más o menos expresamente, que estaba nacionalizando pérdidas (decían "no son ayudas a fondo perdido, son préstamos que deben retribuirse", pero ni ellos se lo creían). Y el PP hace en público casus belli de la necesidad de sacar al sistema financiero de su precipicio sin poner (más) dinero del contribuyente. Pero la realidad es que hay una extraordinaria continuidad fáctica entre las políticas de PSOE y PP en materia de saneamiento del complejo financiero-inmobiliario español. Este asunto, junto con nuestro paro y el nivel de endeudamiento privado (insisto, privado), son los talones de Aquiles de nuestra economía y no las pretextadas excusas políticamente oportunistas: ineficiencia del estado, insostenibilidad de nuestro estado del bienestar o despilfarro del estado autonómico.

Pues bien, De Guindos, después de que su endurecimiento de la política de provisiones (recociendo que los paquetes de suelo de las entidades financieras pueden tener solo un 20% de su valor contable y las viviendas solo un 65%), ha comprobado que los mercados (y sobre todo los acreedores de nuestros bancos y cajas), a pesar de las veladas seguridades públicas dadas, no tragan. Y por ello se han puesto en marcha por BdE y Ministerios soluciones de "desconsolidación" (la neolengua está que se sale en esta estafa llamada crisis) del paquete suelo-vuelo de nuestras entidades financieras.

Pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Ahora bancos y cajas (las pocas que quedan) van que montar vehículos inmobiliarios en los que poner sus activos inmobiliarios tóxicos, buscar capital extranjero y contratar gestores "independientes" y profesionales. Todo ello con el objetivo de, en 10 años, sanear dichos activos. Todo muy bonito si no fuera por el pequeño detalle de que si hay beneficios son para bancos, cajas e inversores extranjeros y si hay pérididas, digan lo que digan, son para bancos y cajas (protegeremos a los inversores extranjeros) que después se las pasarán al contribuyente de una u otra forma.

Se me dirá que soy un poco suspicaz y que no veo la diferencia entre el Gabinete del "iluminado" ZP y la "seriedad" del equipo de Mariano Rajoy. Pues bien, si alguien tiene alguna duda que lea lo que acaban de decir el FMI y el Deutsch Bank: hace falta mas dinero público para sanear el sector financiero español. Blanco y en botella. Téngase en cuenta que estamos hablando del patrón de la ortodoxia de la economía mundial ("neoliberalismo de estado" o "socialismo wall street") y la alemana (nuestro principal acreedor financiero). Y téngase en cuenta que las cantidades ya puesta por el sufrido contribuyente español y europeo superan el 30% del PIB anual español y, curiosamente, son mayores que el téorico riesgo a proteger (BdE dixit 150.000 millones de activos tóxicos inmobiliarios).

Dicho todo esto (lo malo), vamos con las cosas que pueden ser positivas. Poner varios cientos de miles de millones de euros en suelo y viviendas en diferentes estados de desarrollo en manos de profesionales que las gestionen con una década de margen no es una mala idea. Otra cosa es de donde vamos a sacar en España tanto experto en buena comercialización inmobiliaria, a la vista de los mala que ha sido la reciente e históricamente realizada en nuestro país. Pero, pensar que solo a través de ventas se pueden sanear esos activos si es una mala idea. España tiene, una vez más desde el 2007, una oportunidad de oro para converger con la UE y redirigir buena parte del stock hoy tóxico hacia un alquiler que sea asumible por los consumidores españoles. Las tasas de paro, morosidad, precariedad, reducciones salariales y miedo no favorecen la hipoteca-propiedad. Así que el alquiler objetivamente tiene un gran campo de acción (como decía, entre otros, en mi último post).

Ahora bien, si los activos tóxicos inmobiliarios del sistema financiero simplemente se aparcan, se vende algo sin tocar en exceso los precios (que es el miedo central de algunos inmobiliarios y financieros -deflactar ese mercado a futuro-), no se alquila y se subvencionan por el contribuyente las pérdidas, no habremos hecho nada. Lo que, tal y como está el patio, no es igual a quedarse quietos, sino a seguir cayendo por el precipicio. 

Si todo sigue igual, la deuda privada (sobre todo externa) de entidades financieras, empresas y familias seguirá convirtiéndose en deuda pública (sobre todo interna). Eso si, con el ya conocido diferencial ominoso (BCE presta a las entidades financieras zombis al 1% o menos y estas prestan a los estados que se comen sus périddas al 5% o más).

Y todo ello gracias a que lo que se le da a las entidades financieras españolas, para que estas se lo den a los acreedores internacionales, se le quita a la ciudadanía en forma de paro, bajada de salarios y pensiones, precaridad laboral, reducciones de los servicios públicos, privatización del estado y aumento de impuestos.

Mientras la gente trague ninguno de los actores internos o externos claves va a cambiar de política: socializar pérdidas y privatizar beneficios. Pero los países, como los materiales, tienen un umbral a partir del cual el retorcimiento implica rotura.

 

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